Sanciones, dependencia y hegemonía: el laberinto de la guerra económica

Al mercenario Antonio García Ferreras, un conspicuo altavoz de la OTAN, se le ha ido de la boca su cínica sonrisa. Con las sanciones económicas a Rusia se las prometía muy felices sólo hace unos días, pero ahora su discurso se ha tornado sombrío: “Le estamos financiando la guerra a Rusia”, ha dicho. Entonces, ¿para qué han servido las sanciones?

Los embargos, bloqueos y sanciones son uno de los instrumentos de la hegemonía del imperialismo. No sanciona quien quiere sino quien puede. Sanciona quien tiene el poder para hacerlo, o sea, Estados Unidos. Los demás sancinadores, como los países europeos, son coadyuvantes que tratan de provocar el máximo daño posible. No puede sancionar quien no controla los resortes fundamentales de los mercados internacionales.

Se trata de medidas de guerra tanto más eficaces cuanto mayor es la dependencia del país sancionado, es decir, su sumisión económica y política a las potencias centrales. Los países que, como Rusia, vienen adoptando medidas para escapar de la dependencia externa de esas potencias, son difíciles de castigar. En estos casos, los sancionadores acaban disparándose en su propio pie, y eso no ocurre por gusto sino porque toma decisiones bajo presión.

La Unión Europea no puede imponer sanciones a Rusia porque Rusia es relativamente independiente de la Unión Europea desde el punto de vista económico y, sobre todo, estratégico. Más bien ocurre al revés: Bruselas depende de Rusia para el suministro de materias primas estratégicas, como los hidrocarburos. “Sin el gas ruso una parte de la economía europea se paralizaría”, ha reconocido el cabecilla de Total, Patrick Pouyanné, en una entrevista a la cadena de televisión RTL (*).

Al mismo tiempo, Bruselas tiene que acompañar a Estados Unidos en su campaña contra Rusia porque forman parte del núcleo fundamental de la OTAN. No obstante, esa “solidaridad atlántica” tiene mucho de retórica. En muy distintas cantidades, Rusia suministra gas a Alemania, Italia, Bulgaria, Serbia, Dinamarca, Finlandia y Polonia. En el caso de Austria la dependencia del gas ruso es del 100 por cien. Otros países, como España, están mucho menos expuestos.

Los planes europeos para desvincularse de Rusia son, pues, como el cuento de la lechera. La Comisión Europea ha creado un grupo de trabajo con Estados Unidos, que se ha comprometido a suministrar a Europa 15.000 millones de metros cúbicos adicionales de gas natural licuado este año. Lo que no han explicado son los precios a los que van a vender ese gas.

Por su parte, Alemania ha prometido que prescindirá del carbón ruso en otoño y de su petróleo a finales de año. Sin embargo, no puede hacer lo mismo con el gas, que representa el 55 por cien de sus importaciones de gas y el 13,2 por cien de su combinación energética antes de la guerra. Según Berlín, sólo será posible deshacerse del gas ruso “casi por completo” para mediados de 2024.

La viabilidad de tan buenas intenciones también las ha explicado el cabecilla de Total: “Sé cómo sustituir el petróleo y el gasóleo rusos, pero no sé cómo sustituir el gas. Si decido dejar de importar gas ruso, no sé cómo sustituirlo, no tengo nada disponible. Tengo contratos de 25 años y no sé cómo salir de esos contratos”. Tendría que pagar miles de millones de dólares en indemnizaciones por la cancelación de los contratos.

Si Bruselas está pensado en el gas licuado de Estados Unidos o Qatar, lo tiene crudo porque no hay suficientes cantidades en el mercado, ni terminales de almacenamiento, ni capacidad de licuefacción.

Rusia tiene un carácter estratégico para los monopolios europeos de la energía. Una empresa de moda, como Zara, puede marcharse de Rusia, pero una energética, como Total, no puede ni soñar con ello. “No voy a hacerlo, hemos invertido casi 13.000 millones de dólares en fábricas, no es una cuestión de dinero, esas fábricas van a seguir funcionando, tanto si me voy como si no. Retirarse supone entregar esos 13.000 millones a los rusos, a cambio de cero porque nadie puede comprarlos. ¿Quiere que renuncie a mis activos en Rusia para enriquecer a los rusos que han sido sancionados?”

¿Se puede hablar más claro?

(*) https://www.latribune.fr/entreprises-finance/industrie/energie-environnement/guerre-en-ukraine-totalenergies-ne-peut-se-passer-du-gaz-russe-l-europe-en-quete-de-sanctions-alternatives-906764.html

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