¿Qué hay de cierto en la supuesta agresión de Pablo Hasél al testigo de un juicio?

La «víctima» de Hasél es Félix Rodríguez Souto. Se proclama «defensor de las fuerzas de seguridad» y ha sido premiado como colaborador por la Guardia Urbana de Lleida durante el gobierno del socialista Angel Ros. Agentes de este cuerpo publican en su perfil de Facebook y es el misterioso testigo que facilitó la absolución en un juicio por lesiones a un menor en el que fue agredido un activista leridano.

Agresión policial

Noche del 3 al 4 de enero de 2017. Dos agentes de la Guardia Urbana de Lleida inician una persecución contra un joven, entonces menor de edad, al que habían visto pegando carteles del colectivo Resisteix, una organización con presencia en varios movimientos sociales de la ciudad.

Inician una persecución a pie y tras capturarlo, los agentes 1821 y 2297 le golpean con porras extensibles en varios puntos del cuerpo. Uno de ellos es Alberto Molina, quien ha ocupado el cargo de responsable de informática de los antidisturbios locales.

No había nadie en los alrededores. Solo eran testigos la víctima, los agresores y sus lesiones.

El joven, toma fotos de ellas y las difunde esa misma noche, y formula al día siguiente una denuncia policial, solicitando un peritaje forense que determine su origen. El revuelo en Lleida se hace patente, puesto que varios medios de comunicación se han hecho eco de los hechos.

El juzgado, que no practicó las pericias forenses que se habían solicitado, citó a todas las partes a juicio oral el 26 de septiembre de ese año. Y en ese momento aparece un testigo sorpresa: Félix Rodríguez Souto.

Afirma que estaba presente en el momento de la detención, como un simple viandante. Que no conoce de nada a las partes ni tiene ninguna relación que pueda comprometer la veracidad de su testimonio; que no vio ninguna agresión y que la detención fue correcta.

El juicio estaba sentenciado: los guardias son absueltos de las lesiones y la jueza Diana Lorenzo Mañas archiva la causa.

¿Quién era el testigo aportado por la Urbana?

A pesar de que el Juzgado de Instrucción determinó desde el inicio que las lesiones del joven eran «leves», sin practicar ninguna pericia, la declaración de Souto fue determinante.

Souto es un colaborador de la Guardia Urbana, reconocido con un premio que el entonces alcalde Angel Ros (PSC) entregó en el salón de plenos del Ayuntamiento el 22 de noviembre de 2016, según publicaba el propio Souto en su perfil de Facebook. También estaba presente la entonces Subdelegada del Gobierno en Lleida, Inma Manso.

Otros agentes de la Guardia Urbana publicaban en su perfil mensajes de profundísima amistad y reconocimiento, e inclusive el hoy líder de la oposición socialista leridana y ex alcalde, Félix Larrosa, se dirige a él con mucha familiaridad y afecto tras verle en televisión. En otra imagen, Souto publica una imagen de una carga policial de los Mossos D’Esquadra refiriéndose a los manifestantes como «niñatos, perroflautas, hijos de papá y mamá que destrozan la imagen de una ciudad, un barrio y un país«.

Este testigo sorpresivo, y las circunstancias del mismo, fueron puestas de manifiesto ante la Audiencia Provincial de Lleida, sin éxito, que por algún motivo desconocido no entendió que estos hechos influyeran en la veracidad del relato del testigo policial.

Lo que inicialmente parecía una simple acción judicial para proteger a la guardia urbana, va tornándose en despropósito.

La «agresión» de Pablo Hasél

El resultado de este juicio, donde incluso la Audiencia Provincial de Lleida llega a imponer las costas del procedimiento a la víctima de aquella agresión de la Guardia Urbana, es difundida desde la cuenta oficial de Pablo Hasél.

Pablo lo explicó en el juicio de los hechos que ahora ha desempolvado la Audiencia. Denunció al confidente policial en sus redes y publicó las imágenes y capturas de pantalla de sus redes sociales, señalándolo como un fascista y acusándolo de ser un testigo falso aportado por la Guardia Urbana.

Souto, en represalia, acudió a la vivienda de Hasél a amenazarlo, como cualquier matón, aunque la cosa no llegó a más. Días después, Pablo recibió una denuncia completamente falsa de una supuesta agresión sin ni siquiera aportar un simple parte de lesiones. Souto también fue denunciado por amenazar con una pistola, en aquellos días, a dos personas del entorno del joven agredido en enero de 2017.

No existió ninguna agresión ni ninguna amenaza; los hechos fueron un burdo montaje de la Guardia Urbana leridana para proteger a «uno de los suyos» y cuyo relato fue acogido a pies juntillas por la justicia provincial, a pesar de las evidencias.

La «maldita Guardia Urbana», detrás de la operación judicial

Las casualidades no existen, y la publicación de esta Sentencia que condena a Pablo por una «agresión» a un testigo de un juicio, ha sido convenientemente difundida a pocas horas de que su encarcelamiento recorriera las redacciones de las principales cabeceras del mundo, señalando a España como un país que no cumple «los estándares democráticos exigibles».

De hecho, la Audiencia tenía preparada para difundir, en las mismas fechas, la otra Sentencia referente al recurso de apelación promovido por Hasél contra la acusación de lesiones graves contra el periodista Alex Oró, de TV3.

Pero por un error en la tramitación del mismo por parte del Juzgado de lo Penal nº1 de Lleida, han tenido que retrasar su anuncio, aunque la expectación es limitada, puesto que quien resolverá el recurso es el juez Víctor Manuel García Navascués, el mismo que absolvió a los guardias de aquella agresión.

La Guardia Urbana de Lleida se ha caracterizado en los últimos años, y en especial bajo el mandato de Angel Ros (uno de los referentes del españolismo más agresivo entre los socialistas catalanes), por diferentes casos de corrupción y de violencia policial.

En febrero de 2018 se difundió un vídeo de un agente de este cuerpo agrediendo salvajemente a un joven en un establecimiento hostelero de la ciudad, sin que tuviera apenas trascendencia.

Pablo Hasél ha puesto patas arriba a instituciones intocables, como la monarquía o las fuerzas de seguridad, y en un Estado mafioso, la venganza es el pan nuestro de cada día. La guerra sucia judicial se ha activado y veremos más episodios como éste.

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