Operación Cóndor: cuando la burguesía transforma en tópico la verdad histórica

Pinochet y el rey Juan Carlos de Borbón
Juan Manuel Olarieta

El tópico es la mejor manera de digerir una verdad histórica que resulta incómoda para el discurso ideológico de la clase dominante. La encuadra en un marco de referencia donde la puede manejar.

Por ejemplo, en 2016 el periódico francés Le Monde (*) definía el Plan Cóndor de una manera tópica, como un plan conjunto de seis dictaduras sudamericainas para eliminar a los oponentes políticos de izquierda.

Es sorprendente la enorme capacidad de los plumíferos de la burguesía para resumir un acontecimiento tan significativo del siglo XX en una frase simple y sencilla que, naturalmente, tiene capacidad de penetración y es la que circula ahora mismo.

Sin embargo, toda ella es absolutamente falsa; de principio a fin:

a) el Plan Cóndor no concierne únicamente a Latinoamérica
b) no concierne sólo a las dictaduras, ni es consecuencia de ellas
c) su objetivo no era eliminar sólo a los oponentes políticos de izquierda

El primer documento del Plan Cóndor del que hay constancia documental es de diciembre de 1975, pero un informe reservado del Comité de Relaciones Externas del Senado de Estados Unidos, fechado en 1979 y basado en archivos de la CIA, deja constancia de que en 1974 ya se planificaron los primeros crímenes que, por lo demás, debían cometerse en Europa y no en América Latina.

En septiembre de 1974 el ministro de Defensa de Allende, el general Carlos Prats, y su esposa, fueron asesinados en Buenos Aires cuando explotó una bomba bajo su coche.

Aparte de llamar la atención sobre le fecha, dejamos al criterio del lector si el general Prats y su esposa formaban parte de la oposición a los golpistas chilenos y si, además, pueden ser calificados “de izquierda” cuando el general también ocupó el mismo cargo en el gobierno anterior.

Dos agentes de la CIA (USA) y la DINA (Chile), Michael Townley y su mujer Mariana Callejas, confesaron su participación en el crimen, que no pudo llevarse a cabo sin la complicidad de Argentina.

En octubre de 1975, el vicepresidente de Allende y dirigente de la democracia cristiana chilena, Bernardo Leighton, y su mujer, sobrevivieron a un intento de asesinato en Roma.

Un demócrata cristiano y su esposa no se pueden calificar como “oponentes políticos de izquierda” y el escenario queda muy lejos de América Latina. Nunca se hubiera podido ejecutar sin la complicidad de la OTAN, la Unión Europea e Italia.

En Tucumán, Argentina, se cometieron numerosos crímenes dentro del llamado “Operativo Independencia”, una acción criminal que tuvo lugar en febrero de 1975, 13 meses antes del Golpe de Estado del 24 de marzo de 1976. Hasta la fecha se han juzgado a 17 asesinos por 266 asesinatos, dentro de las cuales había seis mujeres embarazadas.

El escenario es Argentina, pero es anterior a la dictadura de Videla. El terrorismo de Estado no es, pues, consecuencia de la dictadura militar. En el juicio sobre el caso el fiscal pidió expresamente que en la sentencia se debía declarar que “en la provincia de Tucumán, durante la implementación del Operativo Independencia, no existió un conflicto armado interno”.

En septiembre de 1976 fue asesinado en Washington Orlando Letelier, ministro de Defensa y de Relaciones Exteriores del gobierno de Allende,  y a su secretaria, Ronni Moffitt. Las investigaciones pusieron al descubierto las primeras piezas del Operativo Cóndor que, como es obvio, no quedaban circunscritas a Latinoamérica.

El ministro fue asesinado mediante un coche bomba colocado por Townley y un grupo de terroristas cubanos anticastristas. Una semana después de su muerte, el hombre del FBI en el Cono Sur, Robert Scherrer, envió un cable a su cuartel general en el que ya aparecía el nombre del operativo y sus fases sucesivas.

Los grupos especiales de los países miembros, decía el documento, deberían viajar por cualquier parte del mundo hacia países no miembros, para llevar a cabo operaciones de castigo, incluido el asesinato.

El Plan Cóndor llegó a España, donde la DINA intentó secuestrar a miembros del MIR que se habían exiliado. En junio de 1980 Noemí E. Giannetti de Molfino, madre de la Plaza de Mayo exiliada en Perú, fue secuestrada en Lima, y tras un largo viaje (Bolivia, Argentina, Brasil y España) apareció en un hotel madrileño envenenada por la Triple A.

Todo este tipo de crímenes no se pudieron cometer sin la complicidad de los países en los que se cometieron, por ejemplo sin la complicidad del gobierno español, que dejó pasar por la frontera a los secuestrados y a su secuestrada y jamás investigó el crimen de Gianetti.

Los crímenes del Plan Cóndor, como todos los crímenes fascistas, no tienen por objeto matar a militantes de “la izquierda”, sino que son indiscriminados. Su objetivo es sembrar el terror, que es la esencia misma del fascismo.

(*) http://www.lemonde.fr/ameriques/article/2016/05/28/en-argentine-quinze-ex-militaires-condamnes-pour-le-plan-condor_4928072_3222.html

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