Más de 5.000 extranjeros se han unido a los grupos yihadistas del Sahel

El colapso del Califato Islámico en Oriente Medio ha provocado una afluencia masiva de terroristas experimentados a la región del Sahel. Más de 5.000 mercenarios extranjeros se han unido a las filas de los grupos yihadistas activos en el Sahel, alimentando un recrudecimiento de la violencia en la región, según un estudio publicado el martes por el Centro Africano de Estudios e Investigación sobre el Terrorismo, un instituto de la Unión Africana.

Se publicado en vísperas de la Cumbre Extraordinaria de la Unión Africana (UA) sobre Terrorismo y Cambios Inconstitucionales de Gobierno en África que se celebró en Malabo, Guinea Ecuatorial. Se titula “Combatientes terroristas extranjeros en la región del Sahel: recomendaciones para contener una amenaza sostenida”.

El estudio afirma que el yihadismo supone una grave amenaza para la paz, la seguridad y la estabilidad de la región. “Es probable que la afluencia de combatientes terroristas extranjeros a la región sahelo-sahariana represente una amenaza duradera, con repercusiones a largo plazo y casi permanentes, desde el punto de vista de la seguridad y socioeconómico. Sobre todo porque el fenómeno ha reforzado la capacidad operativa de los grupos terroristas locales, ha afectado al comercio y a las actividades económicas, ha socavado la confianza de los inversores y ha tenido un impacto negativo en el bienestar psicosocial de la población”, apunta el Centro.

El estudio se basa en una encuesta sobre el terreno realizada en Malí, Níger y Túnez, y señala que los terroristas extranjeros han aportado “experiencia de combate, conocimientos en la fabricación de todo tipo de artefactos explosivos y la capacidad de reactivar células terroristas latentes”. Esto ha tenido un efecto multiplicador en la capacidad de los grupos terroristas locales.

Entre los factores que motivan la afluencia de combatientes terroristas extranjeros a la región del Sahel, los expertos del Centro citan el vacío de seguridad, un contexto político favorable y la presencia de yihadistas afiliados al Califato Islámico y a Al Qaeda en la región.

Otros factores son las fronteras extensas y porosas, la presencia de un gran número de zonas mal gobernadas o sin gobernar, la corrupción y la percepción generalizada de injusticia en la región. “Los fuertes lazos sociales y étnicos entre los países de la región y la porosidad de las fronteras facilitan la circulación de combatientes terroristas de un país a otro. Los terroristas afiliados al Estado Islámico en el Gran Sáhara (ISGS) y a Jama’at Nusrat Al Islam Wal Muslimin (JNIM), una rama de Al Qaeda, pueden, por ejemplo, moverse fácilmente por todos los estados de la región sahelo-sahariana”, advierte el estudio.

El Centro africano considera que la afluencia de terroristas extranjeros al Sahel persiste y va en aumento, a pesar de los esfuerzos de los Estados de la región y de sus socios internacionales. Esto requiere la aplicación de un nuevo enfoque para erradicarla.

El estudio recomienda reforzar la colaboración y la cooperación interinstitucional e intergubernamental en la lucha contra la afluencia de terroristas extranjeros, crear nuevas instituciones nacionales y supranacionales para mejorar la inteligencia y el intercambio de información sobre las actividades de estos terroristas, y establecer contactos con los servicios de inteligencia de Irak y Siria para conocer la identidad de los yihadistas susceptibles de engrosar las filas de los grupos terroristas africanos.

Además, el estudio recomienda que los países del Sahel y del norte de África, entre ellos Túnez, Libia y Argelia, desarrollen y pongan en marcha programas de reinserción y rehabilitación de los terroristas que regresan de las zonas de guerra de Oriente Medio.

También pide a esos países que refuercen las libertades individuales y colectivas y que luchen eficazmente contra la corrupción, la desigualdad social y el desempleo.

Por último, pero no por ello menos importante, los Estados deben fomentar los intercambios entre las comunidades fronterizas y ayudarlas a poner en marcha proyectos económicos, como microempresas, pequeñas industrias y producción artesanal, para mejorar el nivel de vida de la población.

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