Los tratamientos distintos de las vacunas también han sido silenciados por completo

Durante dos años la propaganda obsesiva acerca de la pandemia ha ocultado de manera sistemática la existencia de tratamientos contra el “covid” distintos de las vacunas. El objetivo es, naturalmente, poner a las vacunas en el primer plano del fin de la pandemia. Una epidemia sólo se puede acabar con vacunas.

No obstante, recientemente la agencia Reuters deslizaba un noticia muy sorprendente: Pakistán había recurrido a la medicina tradicional china con un notable éxito de tratamiento. La hidroxicloroquina y la ivermectina también han sido ampliamente utilizadas por médicos, como Didier Raoult, del Hospital de Marsella, denostado y preseguido desde hace dos años por sus posturas críticas sobre la pandemia.

El Ministerio de Sanidad de India aprobó la ivermerctina como tratamiento precoz contra el “covid”. Recientemente un estado brasileño ha seguido ese mismo camino, al tiempo que ha aprobado el tratamiento con hidroxicloroquina.

Hace un año la Clínica Universidad de Navarra y el Instituto de Salud Global de Barcelona publicaron un estudio en la revista científica EClinicalMedicine demostrando que la administración temprana de ivermectina disminuía la carga viral y la duración de los síntomas moderados del “covid”, por lo que podría reducir la transmisión del virus.

Sin embargo, en numerosos medios las alternativas a las vacunas sufrieron intolerables ataques, a tono con el resto de la repugnante propaganda pandémica, que ha puesto a la ciencia en el punto más oscuro de su historia, a la altura del medievo.

El 12 de junio el gobierno de Indonesia prohibió la ivermectina y lo mismo cabe decir de instituciones, como la OMS, cuya naturaleza corrupta y venal es amplamente conocida.

La FDA (Agencia para la Administración de Medicamentos y Drogas de Estados Unidos) no autoriza este antiviral para tratar el “covid”, ni ninguna otra enfermedad. “No eres un caballo, no eres una vaca”, dijo en agosto en un mensaje de gloriosa imbecilidad que pasará a los anales de la estulticia. “Medicina no probada”, concluían también los expertos de la cadena de intoxicación CNN.

En marzo la Agencia Europea del Medicamento tampoco apoyó su uso para la prevención y el tratamiento del “covid”, llegando a decir que en dosis elevadas puede ser tóxica, es decir, igual que cualquier otra sustancia.

Hace un año, Andrew Hill defendió en los NIH (Institutos Nacionales de Salud de Estados Unidos), que la ivermectina podría salvar al mundo del “covid”. Los primeros resultados que publicó aseguraban que el tratamiento con ivermectina reducía la mortalidad del “covid” en un 75 por cien.

Se esperaba que en marzo del año pasado Hill llevara su informe a la OMS para que pudiera anunciar el principio del fin de la pandemia, antes de hubiera ninguna clase de vacunas.

Sin embargo, sorprendentemente, unas semanas después, Hill cambió de opinión y se retractó: la ivermectina no puede considerarse un tratamiento fiable para el “covid”, es necesario realizar más estudios… Una cantinela seudocientífica muy socorrida.

Hill es profesor de farmacología de la Universidad de Liverpool y trabaja a sueldo de Unitaid, una institución que había caído bajo las zarpas de la Fundación de Bill Gates, de la que también es asesor. El que paga manda y eso también le da derecho a amonestar a sus  lacayos…

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