Los profesionales europeos de la salud cobraron 7.000 millones de las farmacéuticas en tres años

El que paga manda. Los monopolios farmacéuticos controlan a los organismos públicos de la sanidad y también a los profesionales que se encargan de ella, especialmente a los jefecillos de los hospitales, a las sociedades médicas, a las revistas especializadas, instituciones académicas y a todo lo que tenga relación con la salud.

España va a la cabeza en la institucionalización de los sobornos, que se hace directamente o a través de los grupos de presión. En Europa se gastan millones de euros cada año para controlar el funcionamiento de los organismos sanitarios de la Unión Europea.

Entre 2017 y 2019 los gigantes farmacéuticos pagaron más de 7.000 millones de euros a los profesionales de la salud en 11 países europeos, según un informe publicado en julio por la revista científica Health Policy (*).

“Los vínculos financieros con la industria farmacéutica pueden dar lugar a conflictos de intereses que podrían influir en las decisiones y en la investigación”, denuncian los autores, que acusan a la Unión Europea de no hacer lo suficiente para acabar con estas prácticas mafiosas.

Hay muchos ejemplos; cada vez más. En 2019 los firmantes de un llamamiento a favor de la generalización de las vacunas contra el Virus del Papiloma Humano recibieron 1,6 millones de euros de financiación de los fabricantes de las vacunas.

El informe concluye que España está a la cabeza de la corrupción de los sanitarios y de la falta absoluta de transparencia de los sobornos recibidos. “Los datos sobre pagos en España fueron especialmente difíciles de extraer”, denuncia el informe. En los casos de los laboratorios MSD, Roche, Novo Nordisk y Amgen ni siquiera pudieron obtener los datos de las mordidas destinadas a los profesionales españoles.

Además de promover los sobornos, España los oculta con el inestimable apoyo de la Agencia de Protección de Datos, asegura el informe, porque la salud es algo que no concierne a los enfermos sino a los médicos. Ellos son los beneficiarios y, a través de ellos, los monopolios farmacéuticos. Han dado un giro de 180 grados: aquí los que tienen derecho al secreto profesional son los médicos, no los enfermos.

Quizá alguna de esas organizaciones hispánicas que defienden a los explotados y oprimidos pueda lanzar la pregunta directamente a los propios implicados: ¿por qué en España los profesionales de la salud ocultan los sobornos recbidos de las empresas farmcéuticas?

(*) https://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S0168851021001135

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