Los grupos de presión ecologistas llegan a España

El año pasado se creó en Valencia el grupo de presión ecologista llamado “Democràcia en Verd”. Los fundadores fueron el secretario autonómico de Medio Ambiente, Julià Álvaro, y la concejal del PSOE Carmen Sánchez Brufal, junto con miembros de otros partidos y asociaciones.

Su objetivo declarado es “influir en los programas de los partidos de izquierdas” para que las políticas verdes estén siempre en primer plano (1).

Los grupos de presión ecologistas existen en casi todos los países capitalistas, pero hasta ahora no se conocían en España. Desde luego son una buena muestra de que los movimientos seudoecologistas se han asimilado a cualquier otra mafia burguesa y, como tales, resultan ajenos por completo a las formas de funcionamiento de los organismos populares.

Sin embargo, no es nada nuevo porque hace años que los ecologistas vienen funcionado como grupos de presión, según un estudio de la Universidad Carlos III de Madrid (2).

Es un ingrediente más que hay que añadir al batiburrilo característico de los verdes, donde se puede encontrar de todo un poco, o sea, que son “transversales”, por decirlo en la más pura jerga de los estudiantes pijos.

Por ejemplo, el Departamento de Medio Ambiente del Gobierno autonómico vasco lleva un registro de colectivos seudoecologistas que tiene 43 folios repletos con 200 de los más variopintos grupos que cabe imaginar: Amigos de los Árboles, Amigos de los Molinos, Amantes de las Basuras, Cofradía del Cangrejo Autóctono, Gran Fraternidad Universal, Sociedad de Pesca con Mosca, Energía y Amor Universal…

Hay mucho donde elegir porque, a diferencia de otras ciencias, la ecología moderna no es cuestión sólo de científicos sino de toda suerte de apósitos, con una particularidad muy especial: que todo se hace y dice en nombre de la ciencia.

Salvo en la teología, que es la ciencia que estudia a dios y otros entes similares, nunca se había producido nada igual. Hay toda una legión de escribanos y opinadores que podemos dividir en dos grandes tipologías: profesionales y aficionados. Los primeros cobran y los otros lo hacen gratis, “por amor a la naturaleza”.

Cuando alguien te dice que es ecologista no sabes si estás hablando con un partidario acérrimo de la causa, o con una ONG, o con un profesor universitario, o con un cabildero, o con un funcionario del Estado, o con todo ello mezclado en el mismo plato.

Por ejemplo, Francisco Castejón es miembro de Ecologistas en Acción y, al mismo tiempo, es uno de los cinco miembros del Consejo de Seguridad Nuclear. Un antinuclear dentro de un organismo nuclear. Por la mañana está en su despacho oficial y por la tarde se manifiesta en la calle contra sus colegas.

Como es natural, en una mezcla tan abigarrada hay un poco de todo, incluso fondos buitre como Cerberus, que en 2014 compró Renovalia, una empresa de energías alternativas. A su vez la empresa estaba asociada a otro buitre estadounidense, First, aunque luego la mitad de las acciones acabaron en las garras del más buitre de entre los buitres, BlackRock, que las revendió hace un par de años (3).

Aunque todos rezan la misma plegaria, en la seudoecología hay capitalistas y anticapitalistas, empresas y sindicatos. Hay ministerios y colectivos de barrio, pasando por instituciones municipales, autonómicas o internacionales. Hay partidos políticos, pero también fundaciones benéficas y cooperativas. Las hay de tamaño mundial y local, públicas y privadas. Hay organizaciones gubernamentales y no gubernamentales (lo que no hay son antigubernamentales), con ánimo de lucro o sin él. Unas están por el desarrollo y otras por el subdesarrollo. Hay ONG que han pasado de sus preocupaciones originarias a las ecológicas, o se ocupan de ambas, como Oxfam o los movimientos pacifistas, convertidos en ecopacifistas…

Es imposible vivir en el siglo XXI y no ser ecologista. La humanidad no comparte una misma religión, ni una misma ideología política, ni una misma marca de coche, pero todos tenemos eso en común: somos ecologistas. Pero para que no dejemos de serlo nunca necesitamos un poco de presión externa.

(1) https://www.diarioinformacion.com/politica/2019/02/25/nace-lobby-ecologista-influir-programas/2121895.html
(2) https://www.docsity.com/es/los-ecologistas-como-grupo-de-presion/2871648/
(3) https://cincodias.elpais.com/cincodias/2018/11/30/companias/1543604180_702159.html

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