Los ancianos han muerto en los asilos de Canadá por falta de personal y de cuidados

Muchos ancianos han muerto en Canadá por no haber comido o bebido lo suficiente en los asilos y residencias de larga duración, afirmó el jueves en una entrevista el doctor Vinh-Kim Nguyen, médico de urgencias del Hospital General Judío de Montreal, encargado de tratar los casos de coronavirus en la capital canadiense.

En las últimas semanas, varios ancianos trasladados a hospitales desde los asilos y residencias de larga duración no han muerto por el coronavirus, sino por la falta de alimentos y agua. “Está claro que no todas las muertes que hemos visto [en el hospital] son atribuibles al covid-19”, dijo el doctor Vinh-Kim.

Debido a la escasez de personal en los centros de atención residencial y de larga duración, los ancianos que habían sido abandonados a su suerte fueron trasladados al hospital en malas condiciones, añadió el médico.

“No había suficiente [personal en los asilos] para alimentar a estas personas. Así que murieron de hambre. Hay que decirlo. Lo que vemos en el hospital son pacientes que llegan completamente deshidratados, con insuficiencia renal, porque no han bebido lo suficiente durante muchos días”.

En la mayoría de los casos “se trata de ancianos confusos con problemas cognitivos que ya tenían una mala salud. La deshidratación y la desnutrición agravaron su estado y contribuyeron a su muerte”, aseguró Vinh-Kim, quien se considera testigo de varias muertes de este tipo en su hospital.

Vinh-Kim afirma que las condiciones de los ancianos residentes en las residencias empeoraron cuando se prohibieron las visitas de los familiares, porque “a menudo proporcionaban parte de los cuidados a estos ancianos tan pobres”.

Michèle Charpentier, profesora de trabajo social en la Universidad de Quebec, comparte el diagnóstico del médico. “Está claro que hay muertes colaterales en la crisis de covid-19. Son las personas en los CHSLD [asilos] las que mueren por deshidratación, falta de cuidados, falta de atención y confort de sus seres queridos”, dijo en una entrevista.

La profesora, especialista en gerontología, asegura que algunos ancianos de los asilos se dejaron morir. “Se dejan llevar, ya no comen. Están deshidratados y probablemente experimentan formas de ansiedad y depresión por el contexto que les rodea”.

Charpentier habló de casos desgarradores de ancianos frágiles y confusos que se encuentran en una situación de gran angustia tras haber sido apartados de sus familias. “Hay una ruptura total con las personas que los ancianos quieren, que son importantes para ellos”.

A causa de las medidas sanitarias, muchos se presentaban enmascarados ante los ancianos. “¡Qué horror! Imaginemos por un momento cómo reacciona ante esta situación una señora polaca de 94 años (que no habla ni francés ni inglés), que tiene déficits cognitivos, que no puede ver a su hija ni a su hijo y que no entiende lo que está pasando. Ve a mucha gente que no conoce con máscarillas. Puedes imaginar su angustia”.

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