Los alimentos cultivados en laboratorio destruirán la agricultura pero salvarán el planeta

“Los alimentos cultivados en laboratorio pronto destruirán la agricultura y salvarán el planeta”, escribe el seudoecologista británico George Monbiot, que escribe regularmente en el periódico The Guardian y cuyas bobadas reproducen aquí ElDiario.es y Sin Permiso, entre otros.

El titular se refiere a los alimentos sintéticos. Jefecillo de la secta Extinction Rebellion, Monbiot es otro prototipo de demagogo del mundo moderno al que no le gustan los rebaños de ovejas (*), ni los campos cultivados; sólo la naturaleza silvestre, las regiones más inhóspitas a las que no ha llegado la mano del hombre.

La tecnología salvará al planeta. Eliminará el sufrimiento de los animales destinados a ser sacrificados. Salvará las reservas de agua y, naturalmente, acabará con el cambio climático. Gracias a los alimentos sintéticos, dice Monbiot, el mundo silvestre florecerá de nuevo. La llaman “rewild”, pero no es la vuelta a la naturaleza sino la vuelta de la naturaleza. Mientras tanto, debemos convertirnos en vegetarianos, o incluso en veganos.

Esta la ideología emergente que preparan las universidades de Estados Unidos para el futuro inmediato, subvencionadas por los grandes monopolios digitales. Quieren borrar del mapa la agricultura, la ganadería y la pesca.

En todo el mundo, los mercados de alimentos al por menor tienen un valor de 3 billones de dólares, más 2.600 millones de dólares en ventas de alimentos al por menor y otros 2.600 millones de dólares en ingresos agrícolas. Más que suficiente para abrir el apetito de los grandes monopolios, que quieren apoderarse de unos mercados en manos de minoristas y pequeñas empresas.

En julio del año pasado el grupo Avril, antes conocido como Sofiproteol, se unió a Royal DSM para crear proteínas a partir de la colza. JP Morgan calcula que el nuevo mercado de sustitutos de las proteínas asciende a 100.000 millones de dólares en 15 años para los filetes de origen vegetal y la Barclays estima en 140.000 millones de dólares en 10 años el mercado de la carne sintética.

Con el pretexto de “acabar con el hambre en el mundo”, los monopolios están poniendo mucho dinero en investigación biotecnológica y recibiendo muchas subvenciones, tanto de fundaciones “caritativas” como de instituciones públicas. No es sólo un intento de monopolizar un sector económico que hasta ha sido un coto minifundista, sino un intento de controlar a la población mundial a través de la alimentación.

Los monopolios agroalimentarios nos convertirán en mascotas y nos darán de comer pienso fabricado en una laboratorio, como hacen los ganaderos con las vacas o las gallinas. No es casualidad que se haya hablado de una “economía de subsistencia” basada en el autoconsumo; ahora la subsistencia va a depender de grandes monopolios, de patentes… y de que Estados Unidos no imponga bloqueos o embargos sobre el comercio internacional de comida sintética.

Hace años que la agricultura, la ganadería y la pesca tradicionales se ven sometidas a todo tipo de ataques. En 2006 la FAO publicó un estudio de 500 páginas defendiendo la necesidad de acabar con la ganadería extensiva, a la que se acusa de ocupar un tercio de las tierras del planeta.

Aquel estudio estaba financiado por la UICN (Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza) y el CIRAD, aunque este tipo de proyectos siempre reúnen a los mismos degenerados de siempre: Bill Gates, Richard Branson, Cargill…

En 2013 el holandés Mark Post presentó su “Frankenburger” en Londres. Aunque la producción en masa todavía necesita algunos ajustes, dentro de poco estará en todos los menús de comida basura de Burger King y MacDonald.

Ya conocemos los filetes a base de vegetales. Están en las estanterías de los supermercados a un precio sin competencia. Ahora le toca el turno a la publicidad para convercernos de las grandes ventajas de pasarse al veganismo, especialmente en el terreno de la salud.

Hace años que las empresas californianas preparan una dieta a base de insectos.

Bruselas prepara una nueva PAC (Política Agrícola Común) para el periodo 2021-2027, con la pretensión de reducir las áreas dedicadas al cultivo agrícola y ganadero y fomentar la agroindustria de nueva tecnología. Formará parte de un paquete paralelo al New Deal Verde y se justificará con los mismos pretextos seudoecologistas de siempre, aunque el cúmulo de fantasmadas va mucho más allá; es casi el resumen de la posmodernidad: transgénicos, biodiversidad, salvamento de las especies en peligro de extinción y de las ya extinguidas, que pretenden resucitar…

Es como para escribir la gran enciclopedia de las bobadas del mundo actual, donde los “científicos” se creen en medio de un “reality show”.

(*) “Las ovejas son tan destructivas como los coches”, https://www.elmundo.es/ciencia-y-salud/ciencia/2019/10/05/5d973e86fdddff030e8b465a.html

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