Las vacunas han causado más abortos en los últimos 11 meses que en los 30 años anteriores

Cuando una mujer queda embarazada, lo primero que le dice el médico, entre otras recomendaciones, es que debe dejar de fumar. Por lo tanto, no hay calificativos suficientemente contundentes para expresar el desprecio que merecen los matasanos que han recomendado a las embarazadas y lactantes que se inyecten en vena una vacuna experimental.

Hasta ayer el Sistema de Notificación de Eventos Adversos a las Vacunas (Vaers) había registrado 2.433 abortos en mujeres embarazadas que recibieron una de las vacunas contra el coronavirus.

La gran mayoría son posteriores a la vacuna de Pfizer (1.862 abortos) y Moderna (656 abortos).

En los últimos 11 meses ha habido más abortos por las nuevas vacunas contra el coronavirus que en los últimos 30 años por todo tipo de vacunas anteriores, donde ascendieron a 2.198 abortos.

En abril el New England Journal of Medicine publicó un estudio realizado en Estados Unidos sobre más de 35.000 mujeres embarazadas y lactantes sobre las consecuencias de las vacunas (1). Dicho estudio lo llevó a cabo un equipo de los CDC y el gobierno australiano lo recuperó el 29 de octubre para publicar una guía al respecto (2) porque las conclusiones eran funcionales: no pasa nada.

Sin embargo, cuando el gobierno australiano publicó su guía, los autores del estudio ya habían corregido su publicación en el mismo New England Journal of Medicine (3) porque el investigador belga Hong Sun planteó algunas dudas (4). Entonces los CDC dieron marcha atrás y reconocieron que no podían calcular con precisión el riesgo de aborto espontáneo porque aún no disponían de datos de seguimiento de la mayoría de las mujeres.

Como consecuencia de ello, el doctor Simon Thornley, profesor titular del Departamento de Epidemiología y Bioestadística de la Universidad de Auckland, y la doctora Aleisha Brock, otra investigadora de Nueva Zelanda, realizaron un nuevo estudio de los datos originales y llegaron a la conclusión de que la incidencia del aborto espontáneo en el primer trimestre del embarazo era del 82 al 91 por ciento (5).

El número de abortos espontáneos es, pues, entre 7 y 8 veces más elevado que los resultados obtenidos por los CDC que, a pesar de tan craso error, siguen recomendando la vacunación durante el embarazo, lo mismo que la FDA.

En su etiqueta de la vacuna, Pfizer señala afirma que los datos disponibles sobre la vacuna administrada a mujeres embarazadas “son insuficientes para informar sobre los riesgos asociados a la vacuna durante el embarazo” (6).

El Vaers subestima los efectos adversos de las vacunas. Un análisis dirigido por la doctora Jessica Rose concluye que las cifras registradas son 41 veces inferior a las reales. Si eso es cierto, entonces hasta la fecha se han producido probablemente casi 100.000 abortos tras la vacunación de las mujeres embarazadas.

(1) https://www.nejm.org/doi/full/10.1056/nejmoa2104983
(2) https://www.health.gov.au/sites/default/files/documents/2021/10/covid-19-vaccination-shared-decision-making-guide-for-women-who-are-pregnant-breastfeeding-or-planning-pregnancy-covid-19-vaccination-shared-decision-making-guide-for-women-who-are-pregnant-breastfeeding-or-planning-pregna_1.pdf
(3) https://www.nejm.org/doi/full/10.1056/NEJMx210016
(4) https://www.nejm.org/doi/full/10.1056/NEJMc2113516
(5) https://cf5e727d-d02d-4d71-89ff-9fe2d3ad957f.filesusr.com/ugd/adf864_2bd97450072f4364a65e5cf1d7384dd4.pdf
(6) http://labeling.pfizer.com/ShowLabeling.aspx?id=15623

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