Las ONG ‘humanitarias’ sirven de tapadera para los ejércitos imperialistas también en Yemen

El mercenario Scott Darden
Las ONG sirven de tapadera para los ejércitos imperialistas. El estadounidense capturado hace dos años en Yemen, Scott Darden, al que los medios presentaron como coordinador de la ayuda de UNICEF y Cruz Roja, en realidad desempeñaba una segunda función secreta como miembro de las fuerzas especiales del Pentágono, según el New York Times (*), que no le considera como un detenido, sino como un “rehén” al que los yemeníes habían “secuestrado”. ¡Hay tener la cara muy dura!

Darden transportaba material para los comandos de élite con un contrato clandestino que tenía con el Pentágono. El acuerdo con las Fuerzas de Operaciones Especiales no se ha publicado.

El detenido era director de Transoceanic Development en Yemen, una empresa de logística con sede en Nueva Orleans especializada en el transporte de carga a los lugares más peligrosos del mundo. Pertenece a un pequeño grupo de empresas que proporcionan ayuda humanitaria a los afectados por las hambrunas, al mismo tiempo que establecen casas de seguridad y redes de suministro para los comandos de asesinos o secuestradores.

La empresa de Darden es una muestra del mundo sombrío de los mercenarios que operan en zonas de guerra como Yemen, Somalia y Libia. Pero contratos como el de Transoceanic con las fuerzas de Operaciones Especiales levantan toda clase de sospechas sobre los “humanitarios”, poniéndolos en peligro.

“No hay muchas empresas dispuestas y capaces de proporcionar ese tipo de servicios necesarios en un lugar como Yemen”, dijo Gerald M. Feierstein, un antiguo embajador en Yemen que en 2015 fue el segundo diplomático del Departamento de Estado en Oriente Medio. Sin embargo, que dijo que no estaba al tanto de la relación de Darden con los militares.

Seis funcionarios activos y retirados de Estados Unidos han confirmado el contrato secreto del ejército con Transoceanic, describiéndolo solamente en líneas generales y con la condición de anonimato porque los detalles son alto secreto. Los portavoces del Pentágono y el mando de operaciones especiales del Ejército, así como Transoceanic, han declinado responder a ninguna pregunta, apoyándose en el secreto del asunto. El Pentágono también se negó a revelar detalles de la investigación de antecedentes a la que se someten los contratistas antes de trabajar con las fuerzas de Operaciones Especiales en el extranjero. Darden también se negó a contestar a las preguntas sobre su detención o relación con el ejército estadounidense.

Este secretismo ha llevado a algunos legisladores a exigir un mayor escrutinio de las unidades militares clandestinas. “No hay suficiente supervisión del Congreso”, dijo el representante Seth Moulton, demócrata de Massachusetts y miembro del Comité de Servicios Armados de la Cámara de Representantes, un antiguo oficial de la Marina que prestó servicio en Irak.

No es infrecuente que el Pentágono o las agencias de espionaje estadounidenses confíen en mercenarios como Darden, de 47 años, un musulmán nacido en Florida que habla árabe con fluidez, para transportar suministros y dinero por todo el mundo. Como jefe de las operaciones de Transoceanic en Yemen, Darden supervisó varias docenas de mercenarios y oficinas en Sana, la capital, así como en Aden y Hodeidah, dos de los puertos más importantes del país.

No está claro por qué un hombre de gafas, grueso y pesado como Darden antes de ser detenido, se aventuró a entrar en la vorágine de Yemen.

A finales de 2014 el caos se había apoderado del país. Los rebeldes huthíes, aliados con unidades del ejército leales al ex presidente Ali Abdullah Saleh, tomaron la capital y enviaron al gobierno al exilio. Los huthíes luchan por el control del país contra los grupos leales al actual presidente, Abdu Rabbu Mansour Hadi, que está respaldado por Arabia saudí y sus aliados del Golfo Pérsico.

Mientras Yemen se precipitaba hacia la guerra civil, en febrero de 2015 Estados Unidos cerró su embajada y evacuó a su personal en Sana por motivos de seguridad, lo que obstaculizó los esfuerzos del gobierno estadounidense para llevar a cabo operaciones de espionaje en el país.

A medida que Yemen se convertía en un país cada vez más peligroso para los extranjeros, Darden repartía su tiempo entre Yemen y Dubai, donde vivían su esposa y su joven hijo. Había empezado a trabajar para Transoceanic en noviembre de 2014, unos meses antes.

Militares de operaciones especiales advirtieron a Darden que no fuera a Yemen, al igual que Sam Farran, un experto en seguridad que trabajaba para Transoceanic y un ex marine que había trabajado en la embajada de Estados Unidos en Yemen. Su esposa, Diana Loesch, dijo que no entendía por qué su esposo tenía que ir apresuradamente a Yemen; Darden dijo que su compañía lo necesitaba allí.

Pero días después de llegar a Sanah, Darden entró en pánico y llamó a Farran, quien lo escondió en un refugio que tenía en uno de los barrios de la ciudad.

“Estaba asustado”, recuerda Farran en una entrevista. A diferencia de muchos en su terreno, Darden no tenía experiencia militar o policial previa.

Horas después de la llegada, el 27 de marzo, combatientes huthíes entraron en la vivivienda y detuvieron a Darden y a Farran por espionaje. Desde que en septiembre de 2015 se filtró la noticia de que Darden estaba preso en Yemen, un portavoz de Transoceanic emitió una declaración diciendo que Darden “estaba en Yemen coordinando el almacenamiento y la entrega de ayuda humanitaria como parte de su trabajo en la logística internacional”. No se mencionó su trabajo secreto para los militares.

Después de seis meses de detención, los carceleros de la prisión golpearon el calabozo de Farran, pidiéndole la talla de su camisa y sus zapatos. Le sacaron de su celda y le obligaron a sentarse en un pasillo, donde se le unió Darden. Farran dijo que se habían separado y sólo se habían visto una vez durante su encarcelamiento.

Farran recordó que se veía bastante mal. Ambos se abrazaron y empezaron a llorar.

Los carceleros les afeitaron las barbas y les trajeron ropa. Farran recordó que comenzaron a grabar a Darden, pero no sabe lo que dijo.

Abandonaron la prisión y se dirigieron al aeropuerto de Sana, donde tomaron un Boeing 737 enviado por el sultán de Omán, que se ofreció a lograr la liberación de los dos presos estadounidenses. En el vuelo a Omán, Darden le confió a su amigo que lamentaba lo que le había dicho a los huthíes. Farran trató de consolarlo recordándole que había sido coaccionado. Sin embargo, Farran asegura que Darden nunca le confesó su relación con el ejército estadounidense ni de por qué había regresado a Yemen.

Yemen ha sido una de las zonas de conflicto más activas para las Fuerzas de Operaciones Especiales desde el 11 de septiembre de 2001. Un miembro del Seal, las tropaas especiales de la Marina, murió en enero en la primera incursión militar aprobada por el presidente Trump.

(*) https://www.nytimes.com/2017/06/06/world/middleeast/scott-darden-transoceanic-yemen-pentagon.html

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