La OTAN se atrinchera en el negacionismo: Bajmut no ha caído

La OTAN y sus marionetas del gobierno ucraniano se niegan a reconocer la caída de Bajmut. Aunque la situación es crítica, según Hanna Maliar, viceministra de Defensa, las unidades bajo las órdenes de Kiev siguen combatiendo al oeste de la ciudad.

Incluso ha ido bastante más allá de la ficción, reconociendo al New York Times, que sus tropas están “avanzando por los flancos” de la ciudad. El objetivo es cercar y “destruir al enemigo que ahora debe defender” la ciudad, añadió la viceministra de Defensa.

Algo parecido ha dicho el comandante de las fuerzas terrestres ucranianas, Oleksandr Syrsky, reconociendo que las presencia ucraniana en Bajmut “no es significativa”, o sea, que deben quedar cuatro soldados ucranianos despistados merodeando por los alrededores.

Sin embargo, ya no se escuchan disparos ni explosiones. No hay vídeos en las redes sociales ucranianas.

Pero el gobierno ucraniano no tiene voz propia. Dice lo que le dictan los gabinetes de imagen de la OTAN. Son ellos los que redactan los comunicados diarios desde Londres, que no tienen nada que ver con la realidad sobre el terreno.

Además del negacionismo, los gabinetes de la OTAN apuntan un añadido más: en cualquier caso, la captura de la ciudad es irrelevante desde el punto de visto de la estrategia de la guerra. No merece la pena, ni tampoco los miles de víctimas que ha costado.

Es como la fábula de la zorra y las uvas de Esopo, que llevamos más de dos mil años escuchando.

Sin embargo, en diciembre Zelensky se jactó en el Capitolio de Washington de que “la lucha por Bajmut cambiará la trayectoria de nuestra guerra por la independencia y la libertad”.

El pelele ucraniano siempre ha intentado movilizar a los medios de comunicación en torno a la resistencia numantina de sus soldados. En una entrevista concedida el 7 de marzo a la cadena estadounidense CNN, afirmó que la pérdida de Bajmut daría a los rusos “un camino abierto” para tomar otras ciudades importantes del este de Ucrania, justificando al mismo tiempo el mantenimiento “táctico” de sus fuerzas contra los ataques rusos.

“Entendemos que después de Bajmut podrían ir más lejos. Podrían ir a Kramatorsk, podrían ir a Sloviansk, sería un camino abierto para los rusos después de Bajmut a otras ciudades de Ucrania, en dirección a Donetsk”, advirtió. Según él, Ucrania utilizaría Bajmut como “punto de fijación”, contra el que Rusia perdería muchas energías en combates mortíferos en torno a un campo de ruinas.

Los medios de comunicación han reproducido el coraje de las fuerzas ucranianas que defendían la ciudad. Bajmut formaba parte de la prometida y nunca cumplida contraofensiva ucraniana, que era inminente. A ella le seguiría “una retirada gradual y organizada” de las fuerzas ucranianas a cambio de “posiciones rusas”, según el Washington Post.

Es la publicidad comercial que todos los días encontramos en los buzones, las eternas rebajas del supermercado. En marzo los rusos volaron dos puentes en las afueras de Bajmut y la llegada de suministros era cada vez más complicada. Si los ucranianos no se podían defender, mucho menos podían atacar.

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