La ‘nueva subnormalidad’ nos ha convertido en piezas de recambio de un taller de desguace

A partir del jueves de esta semana y durante 28 días al menos, los vecinos de las zonas de Canadá clasificadas como “rojas”, que incluyen las regiones de Montreal y Quebec ya no pueden recibir invitados en sus casas.

La policía podrá entrar en sus viviendas para verificar que respetan la norma.

Contrariamente a lo que dijo la semana pasada el doctor Horacio Arruda, director nacional de salud pública de Quebec, la policía no podrá entrar en las residencias privadas sin una orden judicial.

“La policía no empezará a golpear cada puerta de Quebec al azar. No habrá caza de brujas”, aseguró el primer ministro de Quebec, François Legault, en una conferencia de prensa la semana pasada.

Si la policía sospecha que se trata de una “reunión ilegal”, podrá obtener rápidamente una orden electrónica de un juez, que le permitirá entrar en el domicilio sin el consentimiento de sus titulares. Si los ocupantes cooperan, la orden no será necesaria.

En el caso de una infracción sanitaria, la policía podrá expedir inmediatamente “multas portátiles”, similares a las utilizadas para las infracciones de tráfico. Los participantes en una reunión privada ilegal -pero también en una reunión al aire libre, ahora prohibida en las “zonas rojas”- están sujetos a una multa de 1.000 dólares canadienses (640 euros).

El gobierno de Quebec se centra en las reuniones privadas es porque cree que son la causa del aumento de “brotes” que se ha observado en los últimos días. El miércoles de la semana pasada la provincia canadiense de 8,5 millones de personas detectó 838 nuevos “casos”.

Son los estragos sociales del estado de guerra, que se extienden por el mundo entero. Están culpabilizando a las personas por su vida social, por relacionarse, por divertirse, por querer estar con sus amigos, con sus familiares, por querer consuelo, compartir y ayudarse.

En la “nueva subnormalidad” nada de eso volverá a ser posible. No debenmos comunicarnos, intercambiar, tocarnos, besarnos y sentirnos acompañados. Nos han convertido en piezas de recambio de un taller de desguace.

comentario

  1. «…con la disgregación de los obreros disminuye su capacidad de resistencia. » Carlos Marx El Capital, Libro I,
    Capítulo XIII Maquinaria y gran industria

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