La nueva política de bloques

Hace tiempo que el mundo se ha llenado de muros, vallas e incluso de nuevos telones de acero, desmintiendo las promesas de felicidad que propalaron en 1990. Los muros no sólo son físicos, sino también virtuales, que no se ven a simple vista. Es la política de bloques, característica del imperalismo.

Quien ha construido los bloques no son “unos y otros” sino las grandes potencias occidentales, creyendo que esa era la única manera de frenar su decadencia. En 1945 impusieron los acuerdos de Bretton Woods, luego desvincularon al dólar del oro y ahora ya no les interesa nada de aquello. Ellos lo edificaron y ellos lo están destruyendo.

Vuelven las aduanas, las zonas monetarias y los acuerdos preferenciales. Los países se protegen y se asocian con otros países, formando bloques que empiezan siendo económicos y luego diplomáticos y militares. Es la nueva autarquía y la subordinación de la economía a la guerra.

Cada vez será más difícil comunicarse entre determinadas zonas económicas y monetarias. El mercado mundial languidece. Los bancos centrales van a emitir su propias monedas virtuales, lo que va a reforzar la fragmentación del sistema monetario mundial, construido en los años setenta.

Unos países marcan la pauta y otros (China, Rusia, pero también otros) juegan al contraataque y buscan métodos de pago alternativos para salir del pozo al que quieren destinarles.

Las sanciones conducirán a una fragmentación de los sistemas de pago mundiales, tanto para las transferencias al por mayor como para los pagos al por menor, lo que dará paso a zonas comerciales concéntricas, y a veces competidoras.

En la 14 cumbre de los países Brics, celebrada el pasado mes de junio, Putin hizo un llamamiento a crear un sistema de pago para construir “un sistema mundial verdaderamente multipolar”.

Rusia lleva trabajando en ello desde 2014, tras el Golpe de Estado en Ucrania. Ahora cuenta, además, con el apoyo oficial de China.

“Para un grupo que sólo representa una décima parte de la población mundial, el G7 no tiene ninguna cualificación para hablar en nombre de todo el mundo, y mucho menos para adoptar sus propios valores y normas como los valores y normas internacionales universales”, recalcó Zhao Lijian, portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores de China, el 29 de junio tras la reunión del G7.

En los treinta años transcurridos desde la caída de la Unión Soviética, China y Rusia han mejorado mucho sus relaciones y el comercio se ha multiplicado por 14 en veinte años. El enfrentamiento paralelo entre China y Estados Unidos ha reforzado aún más estos lazos.

En 2014 Rusia se comprometió a crear un sistema equivalente a Swift para la transferencia interbancaria de mensajes, llamado SPFS. La idea es, en efecto, replicar la mensajería Swift, y las autoridades rusas han animado encarecidamente a los bancos del país a sumarse a este sistema, que ya cuenta con unas 400 entidades, casi todas rusas.

Ningún banco europeo o estadounidense, ni siquiera el banco ruso Tinkoff, antes de ser nacionalizado, ha aceptado unirse al sistema SPFS, que está muy lejos de los cerca de 11.000 bancos que utilizan la red Swift las 24 horas del día.

La misma política se ha aplicado al sistema de tarjetas bancarias en un intento de romper la dependencia de las redes americanas Visa y Mastercard. Propiedad del banco central ruso, e impuesta de hecho al público por el gobierno, la red Mir compensa las transacciones con tarjetas bancarias realizadas en Rusia.

Sin embargo, Mir se utiliza casi exclusivamente para las transacciones nacionales. En el extranjero, debe ser de marca compartida con un socio extranjero, como Mastercard o la china UnionPay.

Las iniciativas rusas se topan con un obstáculo importante: el de su no aceptación por parte de los grandes bancos internacionales y los grandes sitios comerciales. De ahí las promesas de una alianza entre Rusia y China en el ámbito de los pagos.

Se trata del proyecto ruso de convergencia de la red del SPFS con el sistema chino de mensajería interbancaria CIPS para crear una alternativa más creíble a la red Swift. Pero también aquí queda mucho camino por recorrer, ya que la cuota del yuan en el comercio internacional sigue siendo marginal (entre el 2 y el 3 por cien) y el CIPS sigue teniendo poco peso en comparación con los volúmenes procesados por Swift. No se puede construir una infraestructura con protocolos aceptados por todo el mundo de la noche a la mañana, por no hablar del principal criterio de los intercambios interbancarios, la confianza.

Europa también quiere su propia alternativa a Swift

Pero China y Rusia no son los únicos que reclaman la soberanía sobre los pagos. El pasado mes de mayo el director del Banco de Francia, François Villeroy de Galhau, defendió la idea de “un sistema financiero multilateral cooperativo” para reducir la “excesiva” dependencia de una moneda, el dólar.

En un contexto de desacuerdo con la política de Estados Unidos hacia Irán, la Unión Europea lanzó INSTEX, una especie de alternativa a Swift pero limitada al comercio humanitario. El proyecto europeo IXB es más ambicioso: pretende crear un sistema de pago internacional casi instantáneo, al menos entre los dos lados del Atlántico. Está siendo lanzado por las cámaras de compensación EBA Clearing y The Clearing House y la red Swift, con 24 bancos en su fase piloto.

Europa está obligada a construir, ladrillo a ladrillo, su soberanía y a crear, por encima de la zona euro, una nueva zona financiera de intercambios con Estados Unidos y los países occidentales.

Esto requiere una fuerte consolidación europea de las infraestructuras, especialmente en el ámbito de la compensación. El proyecto europeo EPI, que por el momento se ha puesto a medio dormir sólo para el componente de las tarjetas bancarias, aunque pretendía crear un sistema europeo para hacer frente a los gigantes Visa y Mastercard, deberá retomarse más adelante, pero con nuevos planteamientos.

Estos diferentes sistemas de pago (por zona monetaria, o por zona de influencia entre aliados o, finalmente, a nivel mundial) necesariamente erosionarán gradualmente la posición de cuasi monopolio de Swift para los intercambios internacionales.

Sin embargo, el movimiento llevará años y Swift no desaparecerá de la noche a la mañana: el sistema de mensajería sigue teniendo capacidad para aceptar a todos los bancos y, sobre todo, conserva su condición de tercero de confianza entre los bancos, especialmente en caso de litigio. Será difícil que los nuevos sistemas sustituyan por completo a Swift, especialmente para los bancos pequeños.

Las monedas digitales

El hecho es que Swift es un sistema de mensajería electrónica que aún no ha sufrido una transformación digital. Sin embargo, a la nueva política de bloques que se está poniendo en marcha se suma otro reto más tecnológico, el de las monedas digitales, donde también hay una gran competencia.

La Bolsa de Londres quiere tomar la delantera en las stablecoins, Estados Unidos se centra en las plataformas de intercambio y China parece haber tomado la delantera en la moneda digital del banco central. Ha realizado pruebas piloto durante los Juegos Olímpicos de Pekín, en las que han participado incluso grandes empresas estadounidenses como McDonald’s.

China también está desarrollando un proyecto de moneda del banco central para pagos transfronterizos, llamado M-CBDC Bridge, en el que participan 22 instituciones financieras, entre ellas los seis bancos públicos chinos, pero también bancos de Hong Kong, Tailandia y Emiratos Árabes Unidos. Este proyecto, aún en una fase muy temprana, podría en teoría sustituir a Swift en los intercambios entre los países interesados. Los bancos rusos también podrían sumarse a esta iniciativa.

Rusia también pretende actuar con rapidez en este ámbito para sortear las sanciones. Su banco central multiplica los anuncios de pruebas exitosas sobre la moneda digital e incluso promete la puesta en marcha de un piloto a gran escala del rublo electrónico ya en 2023, es decir, un año antes de lo previsto. Por último, el conglomerado Rostec, muy vinculado al sector de la defensa ruso, acaba de anunciar un proyecto de blockchain para que los países extranjeros puedan pagar sus importaciones rusas.

Pero el rublo electrónico, al igual que el rublo, no puede ser aceptado fuera de Rusia. En cualquier caso, es probable que la aparición de la economía digital desafíe la actual hegemonía del dólar en los pagos internacionales.

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