La lucha del proletariado contra el feminismo burgués, el imperialismo y la guerra

A lo largo de su historia las organizaciones revolucionarias han sostenido una batalla sin cuartel contra el feminismo burgués en todos los frentes, entre ellos el internacionalismo, que une a una misma clase por encima de cualquier diferencia de origen nacional y, naturalmente, de condición sexual.

Ese principio capital condujo en 1914 a la ruptura del movimiento obrero porque una parte se puso del lado de su burguesía para luchar a favor del imperialismo. Si eso ocurrió dentro de los partidos obreros, con mucha mayor razón las distintas organizaciones de la burguesía, entre ellas, las de mujeres adoptaron la misma posición, favorable al imperialismo  y la guerra.

De ahí que la lucha contra la burguesía feminista sea una parte fundamental de la lucha de clases, entonces y ahora.

En  1914 la burguesía alemana había organizado un poderoso movimiento feminista en torno a la BDF (Bund Deutscher Frauenvereine, Federación de Organizaciones de Mujeres Alemanas) que, como es natural, desde el comienzo de la guerra mundial tomó una postura muy clara a favor del imperialismo alemán, del militarismo y del rearme.

La BDF no sostuvo una posición diferente de su clase social por el hecho de que sus miembros fueran feministas o fueran mujeres porque el motor de la historia es la lucha de clases, no la diferencia de sexos.

Las mujeres no fueron al frente, pero fueron movilizadas en la retaguardia para contribuir al esfuerzo de guerra, en sustitución de quienes combatían en las trincheras. Se llamó Servicio Civil de Mujeres (Nationaler Frauendienst), en el que la BDF llamó a participar activamente.

Para ello creó un anuario belicista, llamado “BDF Kriegsjahrbuch” para que las mujeres aceptaran dócilmente los trabajos extenuantes, la carestía y demás privaciones de la guerra imperialista. También organizaron reuniones y mítines en defensa de los objetivos del imperialismo alemán.

La presidenta de la BDF, Gertrud Bäumer, sostenía que para las mujeres burguesas la guerra imperialista “es la alegría de encontrar el equilibrio a través de la participación activa en una gran causa” (1). Hablar de alegría cuando del frente llegaban ataúdes llenos de cadáveres, resume exactamente la naturaleza del feminismo burgués.

Las biografías de una feminista burguesa como Bäumer y la de Zetkin, fundadora del Partido Comunista Alemán e impulsora del Día de la Mujer Trabajadora, chocan como dos trenes que se cruzan por la misma vía en direcciones opuestas.

Bäumer fue la primera mujer en formar parte del gobierno alemán, en el que permaneció incluso después de la llegada de los nazis al poder. La revista mensual que publicaba, Die Frau (La Mujer), siguió publicándose bajo el III Reich.

La burguesía feminista siempre siguió el recorrido de su clase social. Formó parte de la guerra como formó parte del III Reich.

Las revolucionarias, como Zetkin, no podían ser más opuestas. Fueron internacionalistas que se opusieron a la guerra y luego al fascismo. Estuvieron perseguidas y movilizaron sus energías contra el Servicio Civil de Mujeres.

Para predicar el chovinismo, la BDF trató de impedir cualquier clase de contacto de las mujeres alemanas con las de otros países, mientras que en 1915 Zetkin convocó en Berna  el Congreso Internacional de Mujeres por la Paz.

La BDF criticó expresamente el Congreso de Berna. Durante la guerra su lema fue “¡Puedes porque debes!” En 2015 la BDF llegó a difundir unas “Directrices para el Servicio Civil de Mujeres” (Die Dienstpflicht der Frau), reeditadas por Bäumer en 1933, bajo el III Reich.

Por su parte, aquel mismo año las internacionalistas como Zetkin difundieron clandestinamente desde Suiza un manifiesto titulado “¡A las mujeres de los trabajadores! ¿Dónde están nuestros maridos?”, que apareció en el periódico Berner Tagwacht.

Los llamamientos de la BDF al esfuerzo de guerra no sólo concernían al empleo de mujeres en las fábricas y en el campo, incluso gratuitamente, sino también a fomentar la natalidad para compensar las pérdidas humanas de la guerra. “La maternidad es un trabajo para la nación”, escribió la feminista alemana Marie-Elisabeth Lüders. “El trabajo lo condiciona todo, incluso la capacidad de un pueblo para defenderse” (2).

Por si aún cabían dudas, la guerra y el fascismo demostraron que en la lucha de clases no hay un terreno común y que las mujeres trabajadoras sólo pueden avanzar enfrentándose a la burguesía, cualquiera que sea el maquillaje con el pretenda disfrazar sus vergüenzas.

No se puede luchar contra el imperialismo, ni contra el fascismo, sin denunciar al mismo tiempo la naturaleza de clase del feminismo burgués.

(1) Gertrud Bäumer, Die Frauen und der Krieg, Kriegsjahrbuch des BDF, Berlin, 1916, pg. 10. 
(2) Marie-Elisabeth Lüders, Das unbekannte Heer, Berlin, 1935, pg. 63.

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