La guerra oculta de la CIA contra Jamaica

El Presidente jamaicano Michael Manley
Tras la victoria electoral del Partido Nacional del Pueblo y la elección como presidente del sindicalista Michael Manley en 1972, el nuevo gobierno tomaría una serie de medidas de tendencia socialista moderada, iniciando una gran campaña de alfabetización, estableciendo por primera vez un salario mínimo para los trabajadores, educación gratuita, una reforma agraria y la creación de cooperativas a través del Consejo Cooperativo de Trabajadores del Azúcar, control de precios de los productos básicos, permiso pagado de maternidad y leche gratuita para las madres, un plan de vivienda pública, nacionalización de las empresas de electricidad, telefonía y transporte, nacionalización de fábricas de azúcar y del Banco Barclays, elevación del impuesto sobre las exportaciones de bauxita (explotada por empresas norteamericanas y canadienses), nacionalización de la tierra de las minas, y aumento de las participación estatal en la propiedad de las empresas. Por ejemplo el Estado compraría el 51 por ciento de las acciones de la empresa de aluminio Kaiser bauxita, etc.

En el plano internacional, Jamaica estrecharía sus lazos con los procesos revolucionarios anti imperialistas de Cuba, Nicaragua y Granada, y apoyaría las luchas de independencia en África, como es el caso concreto de Angola.

Estos cambios provocaron reacciones dentro del sector privado. Algunas empresas de aluminio abandonaron el país, otras comenzaron a utilizar sus técnicas de guerra económica, como el aumento de precios, acaparamiento, escasez y reducción programada de la oferta de productos básicos, para provocar el descontento popular. A ello se sumaron las sanciones internacionales y la negativa de dar créditos al país para las importaciones de algunos productos, si el gobierno no cambiaba su política.

Por su parte, la CIA norteamericana realizaría una campaña de guerra psicológica mediante la difamación internacional de Jamaica, con el fin de destruir su sector turístico, cancelando vuelos desde EEUU, y diseminando toda clase de noticias alarmistas en las agencias de viajes, infiltraría y utilizaría medios de comunicación e instituciones culturales y de caridad, para espiar, sabotear y reclutar agentes, sobornaría a los sindicatos para organizar huelgas y protestas  y financiaría al principal partido opositor. Todo ello iría acompañado de la organización de grupos terroristas que se encargarían de provocar incendios indiscriminados con bombas molotov, sabotajes y asesinatos de militantes del Partido Nacional del Pueblo, e incluso del partido opositor, para culpar al gobierno e instaurar un clima de terror que paralizara el país.

La CIA reclutaría a narcotraficantes de bandas locales, especialmente de la conocida banda “Shower Posse”, organizándolos en escuadrones y suministrándoles armas para actuar como sicarios y espías, a cambio de permitir y facilitar su actividad y conexiones de trafico de drogas entre la isla y los Estados Unidos, esta banda a su vez, estaba ligada estrechamente con el partido opositor, y varios de sus miembros acabarían testificando años después su implicación con la CIA y en múltiples asesinatos por encargo.

El propio ex agente arrepentido de la CIA, Phillip Agee, destapó los nombres de varios agentes encubiertos en Jamaica durante unas jornadas contra la desestabilización celebradas en Kingston. Los agentes fueron denunciados públicamente mediante la publicación y distribución de sus datos en miles de folletos. Gary Webb, periodista norteamericano asesinado años después en extrañas circunstancias, también denunció esta implicación en su libro “La oscura alianza: la CIA, las Contras y la explosión de la cocaína y crack”.

Las autoridades realizarían centenares de arrestos, incluso de miembros del propio partido gobernante, sobornados e infiltrados, y llegaron a declarar el estado de excepción ante los constantes ataques de escuadrones de la muerte.

Los militantes del Partido Nacional del Pueblo organizaron patrullas de vigilancia, cortando con barricadas los accesos a algunos barrios de mayoría izquierdista, como el bastión de “Trenchtown”, estableciendo “zonas prohibidas”. Como resultado, el país entraría al borde de la guerra civil, produciéndose varios centenares de muertos y heridos.

Las fuerzas de seguridad interceptaron un cargamento de contrabando compuesto por nada menos que 500 ametralladoras y múltiples equipos de comunicación sofisticados, los sabotajes llegarían al punto de envenenar con insecticida un envío importado de harina, que provocó 17 muertos y una ola de pánico.

El propio presidente Manley, sufrió tres intentos de asesinato por medio de infiltrados en su propio servicio de seguridad.

Todo ello acabó obligando al gobierno ha aceptar un acuerdo de préstamo del Fondo Monetario Internacional (anteriormente rechazado), bajo condiciones duras para las clases populares, que serían atacadas en sus condiciones de vida, lo que hizo aumentar el mercado negro, el descontento y la desesperación, y llevó al gobierno debilitado a convocar nuevas elecciones que ganaría finalmente la oposición derechista en 1980.

https://primeraxlinea.wordpress.com/2016/03/24/la-guerra-oculta-de-la-cia-contra-jamaica/

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