La gendarmería francesa exige el pasaporte de vacunas a los visitantes de un museo de pintura

El jueves los visitantes del Museo Rolin no daban crédito a sus ojos, cuando llegó el comandante Franck Sipp con un escuadrón de la Gendarmería para pedirles los pasaportes de vacunas.

Ese tipo de personas son cultas, exquisitas incluso y nada propensas a que la gendarmería les pida los papeles, el móvil, los antecedentes penales, el historial médico o el permiso de conducir.

“Estamos aquí con un objetivo más que nada pedagógico”, les dijo el comandante Sipp (1), que ha debido seguir un máster de tal disciplina en la escuela del Ministerio francés de Interior.

No sabemos lo que los gendarmes entienden por “pedagogía”, pero sospechamos que querían decir lo siguiente: váyanse acostumbrando a este tipo de irrupciones en cualquier sitio y en cualquier lugar.

Los pasaportes sanitarios permitirán que la policia esté presente en todo tipo actos de la manera más “normal”, como ya está visible en los partidos de fútbol.

El Documento Nacional de Identidad (DNI) es un certificado impuesto por el franquismo en la década de los cuarenta para el control de la población y ya nadie se acuerda de ello. Ahora los gobiernos autonómicos de Canarias y Galicia van por el mismo camino, estrechando aún más el nudo del control político y social.

Los antifranquistas salían de las manifestaciones con el DNI en la boca y ahora no podrán entrar en ningún sitio público sin otro documento parecido.

El número de “sin papeles” aumenta a medida que cada vez son necesarios más papeles. Ya no atienden a los enfermos que acuden a las urgencias de los hospitales sin algún tipo de tarjeta o documento. Incluso en plena pandemia la sanidad española ha dejado sin atender a 1.500 emigrantes, entre ellos 44 mujeres embarazadas, 90 menores de edad y 78 solicitantes de asilo (2) porque no podían acreditar su condición.

Los juristas protestarán porque todo lo que están haciendo es ilegal. No se preocupen: es hora de cambiar las leyes para que todo sea legal.

(1) https://www.lejsl.com/culture-loisirs/2021/07/29/pass-sanitaire-les-visiteurs-un-peu-surpris-au-musee-rolin
(2) https://www.actasanitaria.com/reder-derecho-salud/

comentarios

  1. «Estamos aquí con un objetivo
    más que nada pedagógico»
    Más que nada…para ‘enseñar y educar’
    Para educarnos
    Para lo que viene
    –para lo que está marchando–
    y nos tome preparados
    resueltos a obedecer y a aceptar lo mandado.

    Esto no había pasado con anterioridad
    ni en los sueños mas distorsionados:
    ese sueño goyesco de la «razón»
    que produce monstruos…y alados.

    He leído vuestro artículo,
    La gendarmería francesa exige el pasaporte
    de vacunas a los visitantes de un museo de pintura,
    oyendo el Adagio de Alessandro Marcello.
    https://youtu.be/fk_xDw5qAus?list=RDGMEM8h-ASY4B42jYeBhBnqb3-w

    He tenido que recurrir a él para soportarlo.
    Y es que éste mundo de hoy en día
    a veces lo abre a uno en canal
    y no podemos soportarlo y recurrimos
    a algo sublime, como éste Adagio,
    como balsamo que cure las heridas
    que nos contínuan supurando.

    Esto no es metafísica poética
    ni desesos de tocar fibras
    que no alcanzamos:
    es, simplemente, mala leche
    transformada ya en un yogurt
    lírico de fecha caducado…

    Y es que a éstas alturas
    cada vez nos vamos quedando
    con menos recursos para ‘absorver’
    –sin daños mentales y espirituales–
    lo que está pasando,
    lo que nos están haciéndo,
    y el citado Adagio ayuda al respecto
    a comulgar con las ruedas de molino
    que por todas partes
    nos estan atragantando.

    Y nos quedamos pensando
    en la interesante frase citada al principio
    porque creemos que, con ella,
    se está abriendo un orwelliano
    y diabólico ‘Novus Ordo Seclorum’
    –escrito en los dólares–,
    para «protegernos» y «salvarnos»
    de virus, enfermedades y colapsos.

    Y nos vino a la memoria,
    oyendo el Adagio,
    «la mano de O’brien poniéndola sobre la esfera»
    –de la tortura– para recordarle a Winston (a todos aquellos que no nos doblegamos ante éste CRIMEN contra nuestras libertades, derechos y dignidad por los que tantos sacrificaron sus vidas y que tanta sangre ha costado) que es The Party el que escribe la historia de lo que ha pasado y está pasando:

    –Hay -dijo O´Brien– un estribillo del Partido que se relaciona con el dominio del pasado. Repítalo, por favor.

    –Quíen domina el pasado, fiscaliza el futúro; quíen es dueño del presente, domina el pasado -repitió Winston, sumiso-

    –Quíen es dueño del presente, domina el pasado -dijo O’Brien, asintiendo con la cabeza- ¿Cree usted, Winston, que el pasado tiene existencia real?
    Otra vez la sensación de impotencia volvió a hacer presa en Winston. Se fijó en la esfera luminosa. No solamente ignoraba si afirmando o negando se salvaría del tormento, sino que ni siquiera sabía cúal había de ser la respuesta.
    Esbozando una sonrisa, dijo O’Brien:

    –La metafísica no es su fuerte, Winston. Nunca meditó usted sobre el verdadero significado de la existencia. A ver si logro hacerme entender, formulando la pregunta en términos más precisos: ¿Existe en algún lugar un mundo de objetos corpóreos dónde el pasado sigue desarrollandose?

    –No

    –Entónces: ¿dónde existe ese pasado, si es que existe?

    –En los documentos, en las constancias escritas.

    –En los documentos; ¿y en dónde más?

    –En el entendimiento, en la memoria de los hombres.

    –En la memoria. Perfectamente. Pero nosotros, El Partido, ejercemos el dominio sobre todas las constancias escritas y sobre la memoria de los hombres. Por consiguiente, también dominamos el pasado, ¿no es así?

    –Pero ¿cómo pueden ustedes impedir que los hombres recuerden cosas? -exclamó Winston, olvidandose por un momento de la esfera- Lo que se recuerda es espontáneo, algo que se escapa a la voluntad. ¿Cómo es posible que ustedes dominen la memoria del hombre? ¿Acaso han dominado la mía?
    Volvió O’Brien a asumir una expresión de severidad y puso la mano en la manija de la esfera.

    El Novus Ordo Seclorum
    tiene la mano en la manija de la esfera,
    hoy en día «con un objetivo
    más que nada pedagógico»

    …Y ya no lo sentimos por nosotros,
    que, en nuestra entropía existencial
    nos acunamos con Adagios
    y escribiendo agua al mar
    en nuestra ‘bitácora de barco varado’,
    sino por los que se quedan aquí,
    generaciones en flor que tendran
    que organizarse, concienzarse
    y luchar a prisa
    antes de que todos acaben
    agradecidos y neutralizados
    bajo ese «objetivo más que nada pedagógico”.

    POSTED BY AD HUMANITATEM

  2. Aquí de nuevo dando el latazo, pero, con la venia,
    es que se ha olvidado algo que hace falta conocer
    para entender el ‘rollo’ que os he mandado,
    y es que el ‘diálogo’ entre O’Brien y Winston
    pertenece a la novela «1984» de George Orwell,
    que, aúnque el hombre trabajó para la CIA
    de vez en cuándo, también se le ocurrían
    cosas buenas como la citada novela.

    1. De dónde sacas la idea de que Orwell trabajó para la CIA? Existía la CIA en vida de Orwell? Me parece que no. Trabajó, según parece, para la inteligencia británica. En cuanto a 1984, es una novela claramente anticomunista. No das una, chaval.

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