La expansión de la OTAN sólo podía conducir a la guerra

La nueva guerra de occidente contra Rusia se ha puesto al rojo vivo a causa de la política provocadora de la OTAN durante el último cuarto de siglo. Los imperialistas fundaron la Alianza militar para acabar con la URSS y no la disolvieron cuando la URSS se acabó. Por el contrario, no hicieron más que acercarse y aquella política no podía acabar bien, como confirma la Guerra en Ucrania.

En 1993 Clinton tomó la fatídica decisión de impulsar la inclusión de algunos países del antiguo Pacto de Varsovia en la OTAN: Polonia, la República Checa y Hungría. Fue la primera de varias oleadas de expansión.

Incluso este primer paso provocó la oposición y la ira de Rusia, entonces sólo verbal, como reconoce Madeleine Albright, la Secretaria de Estado de Clinton, en sus memorias.

Strobe Talbott, Subsecretario de Estado, describió de forma similar la actitud rusa: “Muchos rusos ven a la OTAN como una reliquia de la Guerra Fría, intrínsecamente dirigida contra su país. Señalan que han disuelto el Pacto de Varsovia, su alianza militar, y se preguntan por qué Occidente no debería hacer lo mismo”.

George Kennan, el padre intelectual de la política de contención de la Guerra Fría, dijo algo parecido en una entrevista con el New York Times en mayo de 1998 sobre la primera ronda de expansión de la OTAN. “Creo que este es el comienzo de una nueva Guerra Fría”, dijo Kennan. “Creo que los rusos reaccionarán gradualmente de forma bastante negativa y esto afectará a sus políticas. Creo que es un trágico error. No había ninguna razón para ello. Nadie estaba amenazando a nadie más.

A pesar de las advertencias los imperialistas siguieron realizando ampliaciones, incluyendo la provocadora incorporación de las tres repúblicas bálticas. Estos países no sólo habían formado parte de la Unión Soviética, sino también del imperio ruso en la época zarista. Como resultado de esta oleada de expansión, la OTAN está ahora encaramada en la frontera de Rusia.

Entonces Putin aún se refería a los países occidentales como “socios” en sus discursos, hasta que la paciencia de Moscú con el comportamiento cada vez más intrusivo de la OTAN se agotó. La última advertencia razonablemente amistosa de Rusia de que la alianza debía retroceder fue en marzo de 2007, cuando Putin se dirigió a la conferencia anual de seguridad de Múnich. “La OTAN ha colocado sus fuerzas de primera línea en nuestras fronteras”, se quejó.

La expansión de la OTAN “representa una grave provocación que reduce el nivel de confianza mutua. Y tenemos derecho a preguntar: ¿contra quién va dirigida esa expansión? ¿Y qué pasó con las garantías dadas por nuestros socios occidentales tras la disolución del Pacto de Varsovia?”

En sus memorias, Duty, Robert M. Gates, que fue secretario de Defensa en los gobiernos de Bush [hijo] y Obama, dice que creía que “las relaciones con Rusia se manejaron mal después de que Bush [padre] dejara el cargo en 1993”. Entre otros errores, “los acuerdos de Estados Unidos con los gobiernos rumano y búlgaro para rotar las tropas en las bases de esos países fueron una provocación innecesaria”.

En una reprimenda implícita a Bush hijo, Gates dijo que “el intento de incorporar a Georgia y Ucrania a la OTAN fue realmente excesivo”. La medida suponía un “desprecio temerario por lo que los rusos consideraban sus propios intereses nacionales vitales”.

Al año siguiente, el descontento de Rusia llegó más allá de las objeciones verbales. Moscú aprovechó una provocación del gobierno de Georgia, tensó la cuerda con una guerra fulminante y empezó a proponer alternativas a sus antiguos “socios”.

Para evitar una guerra en Europa del este, la OTAN debía ofrecer garantías de seguridad. Debía reducir su presencia militar en Europa del este y no incorporar a Ucrania. Todos los llamamientos cayeron en saco roto y las provocaciones continuaron. Zelensky habló de recuperar Crimea y Rusia realizó maniobras militares en la península. Luego se burló de los Acuerdos de Minsk y las maniobras militares volvieron.

El trato que Washington ha dado a Rusia en las décadas posteriores a la desaparición de la Unión Soviética ha sido la de un país derrotado que sólo merece el desprecio. Los imperialistas sólo reaccionan cuando les enseñas los dientes y debes tener una dentadura en las mejores condiciones.

comentario

  1. En general, esta pandilla de jilipollas, como no tienen ni idea de hasta dónde pueden llegar, procede mediante una sucesión de pequeños cambios cuantitativos, con la idea de parar cuando encuentre el límite. La realidad es que al final, esa suma de cambios cuantitativos se convierte en un cambio cualitativo, y entonces no se puede revertir el proceso.

    Serguei Lavrov ha resumido muy bien el transfondo de este conflicto: EEUU se niega a aceptar la realidad de un mundo multipolar. Pretende seguir ocupando una posición hegemónica y regular la economía mundial y el comercio internacional. Algo más o menos ajustado al reparto de poder posterior a la Segunda Guerra Mundial y posterior desmantelamiento de la Unión Soviética. Sin embargo, el hecho de que EEUU y sus satélites se encuentren sumidos en una crisis de superproducción capitalista profunda desde el año 2019 y de que la producción y la tecnología se estén desplazando hacia Oriente, hace entrar en contradicción el poder político-militar con la realidad productiva y tecnológica.

    En mi opinión, la madre del cordero se encuentra en la competencia entre el viejo sistema de producción en régimen de explotación capitalista del trabajo asalariado, que está completamente agotado, y los sistemas de transición a medio camino entre el capitalismo y el socialismo.

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