La cumbre climática de Glasgow marcha hacia un fracaso sonado

La cumbre climática que comienza en Glasgow el 31 de octubre, tiene muy mala pinta. Sólo once de los países del G20 han presentado planes de reducción del carbono a la COP26, a menos de 10 días de la fecha límite.

El 16 de octubre The Guardian publicó un artículo de Andrew Rawnsley señalando que Gran Bretaña se prepara para aumentar la producción de gas y abrir una mina de carbón en Gales.

De hecho, la aparición de una inflación masiva en los últimos meses, que ha hecho surgir la amenaza de una destructiva ola hiperinflacionaria, ha supuesto un golpe de realidad. Y el New Deal Verde se ve cada vez más como lo que es: una chapuza.

Tras una reunión de la Comisión Nacional de Energía sobre la crisis de la energía, el primer ministro chino, Li Keqiang, publicó una declaración bastante premonitoria: “Dado el lugar predominante que ocupa el carbón en la dotación energética y de recursos del país, es importante optimizar la combinación de la capacidad de generación de carbón, construir centrales eléctricas de carbón avanzadas en consonancia con las necesidades de desarrollo y continuar con la eliminación gradual de las centrales eléctricas de carbón obsoletas de forma ordenada. Se intensificará la exploración nacional de petróleo y gas”.

India, que genera el 70 por ciento de su energía a partir de centrales eléctricas de carbón, no va a reducir su consumo de carbón, sino todo lo contrario.

El Ministerio de Industria y Comercio de Vietnam acaba de anunciar un plan para duplicar la cantidad de electricidad generada a partir del carbón para 2030.

La política del “carbono cero” está en peligro, sobre todo porque después de los confinamientos, las necesidades energéticas y alimentarias, principalmente en los países emergentes, son mayores que nunca.

La Casa Windsor, anfitriones de la reunión, teme que el cónclave de Glasgow, orquestado para obligar a los países del mundo a abandonar los combustibles fósiles, que representan el 70 por ciento de toda la energía consumida, sea un fracaso.

El Príncipe Carlos, que ha sido uno de los principales impulsores de las conferencias sobre el cambio climático, se quejó amargamente en la BBC de que muchos países “sólo hablan, y el problema es conseguir que se actúe sobre el terreno, que es lo que he intentado hacer durante 40 años”.

Su hijo, el Príncipe Guillermo, deseó que dejáramos de perder tiempo y dinero en viajes espaciales: “Necesitamos algunos de los mejores cerebros y mentes del mundo para intentar arreglar este planeta, no para intentar encontrar el próximo lugar donde vivir”.

La propia reina Isabel II se pronunció: “Todavía no sé quién viene”, refunfuñó. “No tengo ni idea. Sólo conocemos a los que no vienen… Es muy irritante que hablen, pero no actúen”.

El presidente Xi Jinping ha indicado que no asistirá a Glasgow, y el presidente Putin también ha dicho que aún no ha decidido si asistirá personalmente “debido a la situación de la epidemia”, pero que “participará en los trabajos de la COP26”.

La última noticia es que el Primer Ministro australiano, Scott Morrison, que había anunciado inicialmente su ausencia, ha dicho que vendrá. La Commonwealth obliga.

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