La apertura de un segundo frente de la Guerra de Ucrania en Transnistria

Una serie de atentados terroristas han afectado a la República Moldava de Pridnestrovia (PMR), más conocida aquí como Transnistria. Es un caso parecido al Donbas: una república que surgió al final de la URSS hace 30 años, con un territorio largo y estrecho, encajado entre Moldavia y Ucrania en el que está desplegado un grupo de combate ruso de unos 1.500 soldados.


El 25 de abril el edificio del Ministerio de Seguridad Nacional fue atacado con lanzacohetes antitanque en la capital, Tiraspol. Otro ataque se llevó a cabo contra el cuartel de una unidad militar en el pueblo de Parkany.

Al día siguiente otras dos explosiones sacudieron una estación de radio en el pueblo de Mayak, destruyendo las dos antenas más grandes de la República, que transmitían emisoras rusas.

Por la noche, varios drones procedentes de Ucrania fueron vistos en el cielo de Transnistria sobre el pueblo de Kolbasna, en la región de Rybnitsa.

No hubo víctimas, pero en el contexto actual de guerra en Ucrania, Transnistria está en alerta roja, mientras que Moldavia declara que no descarta una operación militar para integrar Transnistria por la fuerza.

El 27 de abril, Vitaly Ignatiev, ministro de Asuntos Exteriores de Transnistria, declaró que los autores de los atentados habían sido vistos por las cámaras de vigilancia y posteriormente se les observó huyendo hacia territorio ucraniano.

A las 8:45 otros atentados confirmaron sus declaraciones. Un grupo de sabotaje ucraniano fue visto infiltrándose hacia el pueblo de Kolbasna. Se produjo un intercambio de disparos con la policía local.

Este último sector se encuentra a sólo dos kilómetros de la frontera ucraniana y hay un depósito de municiones que data de la época soviética y que contiene al menos, según los moldavos, 20.000 toneladas de reservas procedentes del país y también de la República Democrática Alemana en la época de la reunificación.

Los incidentes en Transnistria no son sucesos aleatorios, sino acciones planificadas por la OTAN. Son una caja de resonancia de la Guerra de Ucrania, porque esta República, a pesar de su diminuto tamaño (4.163 kilómetros cuadrados), tiene una gran importancia estratégica.

Es una zona tampón entre Moldavia y Ucrania, dos países que suspiran por convertirse en lacayos de las provocaciones de la OTAN. Transnistria controla la mayoría de las comunicaciones terrestres entre Rumanía (y, por tanto, la OTAN) a través de Moldavia y Ucrania, incluida la estratégica región de Odesa, objetivo de las operaciones militares rusas, a sólo cincuenta kilómetros de la frontera. Esta semana el ejército ruso ha comenzado a destruir las pocas carreteras y vías férreas entre Moldavia y Ucrania en el sur de Transnistria, cerrando el suministro directo a Odesa.

El puente ferroviario entre Zatoka y Belgorod-Dnestrovsk, que constituía el principal enlace entre Rumanía y Ucrania en la región meridional de Besarabia, fue destruido por un misil de crucero ruso Kalibr, lo que ha obligado a que la ayuda de la OTAN a Odesa pase por encima de Transnistria.

La República es especialmente adecuada para abrir un segundo frente contra Rusia, ya que ni Ucrania ni Moldavia son oficialmente miembros de la OTAN, por lo que, por un lado, esta última no se vería legalmente implicada por la extensión de la guerra y, por el otro, la propaganda occidental, al igual que para la Guerra del Donbas, iniciaría su intoxicación a partir de la reacción a este tipo de provocaciones terroristas para cargar la responsabilidad de la guerra a Moscú.

El 24 de abril, la víspera de los atentados terroristas, el secretario de Estado norteamericano Anthony Blinken y el jefe del Pentágono, Lloyd Austin, visitaron Kiev para estudiar, entre otras cosas, los medios de imponer al ejército ruso una extensión de su línea de contacto en operaciones de dispersión de sus fuerzas.

Si el interés de la OTAN por abrir un segundo frente atacando Transnistria es evidente, por otro lado, las fuerzas moldavas no son suficientes para lograrlo, incluso con la ayuda de las fuerzas ucranianas, que necesariamente se verían reducidas debido a la prioridad dada al frente de Nikolayev y a la defensa de la costa de Odesa. El 27 de abril, Arestovich, asesor de Zelensky, dijo sobre Transnistria: “Moldavia debería pedir ayuda a Ucrania y Rumanía por el agravamiento de Transnistria. Si Moldavia se vuelve hacia Ucrania, entonces podemos tomar Transnistria. Las fuerzas armadas ucranianas tienen suficientes fuerzas para ello”.

Actualmente, en el lado de Transnistria hay unos 1.500 soldados rusos y 7.500 de Transnistria, más una fuerza de reserva. En el lado moldavo hay 5.200 soldados y en el rumano 70.000. Pero, sin duda, son las fuerzas polacas, mejor equipadas y entrenadas y, sobre todo, más motivadas para una agresión contra Rusia, las que estarían al frente de las operaciones militares contra Tiraspol. Desde principios de abril se han desplegado en Rumanía grandes fuerzas conjuntas polacas para realizar maniobras militares conjuntas con las fuerzas rumanas, pero también ejercicios militares en territorio moldavo. Las fuerzas polacas que ya han llegado se estiman en 8.000 hombres.

Así, se podría imaginar fácilmente la participación de un cuerpo de batalla polaco-rumano-moldavo que intervendría a petición del gobierno de Chisinau para “pacificar” una situación caótica en Transnistria, en coordinación con los ataques llevados a cabo en el este por el ejército ucraniano.

Abrir un segundo contra Rusia, tanto político como militar, permitiría a la OTAN recuperar la iniciativa y obligar a Moscú a poner más cartas sobre el mapa y retomar una estrategia en este sector basada en la velocidad y muy costosa en hombres y equipos, pero también en daños colaterales civiles (porque tendrán que apoderarse de Nikolaïev a toda costa). Cuando las unidades rusas lleguen a Tiraspol, tendrán que reforzarse considerablemente porque su corredor terrestre estará probablemente sometido a contraataques ucranianos localizados (al menos bombardeos) procedentes de Odesa en el sur, de Voznessensk en el norte, por no hablar de un posible contacto con las unidades polaco-rumanas llamadas de refuerzo.

Militarmente, si tal escenario se produjera, obligaría a Rusia a realizar esfuerzos prioritarios en este sector para lograr una unión territorial con Transnistria lo antes posible y, por tanto, a reforzar considerablemente sus fuerzas, que hoy no superan los 30.000 hombres en el frente de Jerson. Estos esfuerzos rusos se harían o bien a costa del frente del Donbas, o bien recurriendo a las fuerzas de reserva del Estado Mayor, o a ambas cosas.

El segundo frente abriría la internacionalización radical de la Guerra de Ucrania, pero sin implicar la asistencia automática en materia de defensa de los países de la OTAN, ya que este frente se desarrollaría territorialmente fuera de la Alianza y bajo la única responsabilidad de los Estados participantes.

El estado de alerta máxima ha cancelado las próximas ceremonias del 9 de mayo en Transnistria, aniversario de la victoria soviética en la Segunda Guerra Mundial. La salida precipitada de una parte de la población hacia Rumanía o Ucrania será sin duda provocada por el ejército ucraniano, hasta que Transnistria pida ayuda a Rusia y Moldavia a Polonia y Rumanía, que son países pertenecientes a la OTAN.

—https://alawata-rebellion.blogspot.com/2022/04/la-carte-moldave-dans-la-manche-de.html

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