El islamismo funciona con mando a distancia

El terrorismo salafista no es una creación del imperialismo estadounidense, no nace con Al-Qaeda como consecuencia de la guerra de Afganistán contra el ejército soviético. Es muy anterior. El impulso de ciertas corrientes islamistas, muy minoritarias, como las takfiristas, procede de los imperialistas británicos y franceses. Además de dibujar mapas geopolíticos, la dominación de Oriente Medio requería dibujar nuevos mapas religiosos, crear doctrina.

Tras la Revolución de Octubre los imperialistas trataron de manipular a los pueblos islámicos contra la URSS, especialmente en el Cáucaso, una tarea continuada durante la Segunda Guerra Mundial por los nazis. Hitler apoyó la creación de unidades militares islámicas como parte de la Legión Oriental que invadió la URSS: “No veo ningún riesgo en crear unidades puramente mahometanas”, dijo Hitler en 1942, añadiendo que eran los más fiables: “Considero que sólo los mahometanos son seguros. Todos los demás los considero inseguros”.

Gerhard von Mende, un letón nazi que trabajaba en la Universidad de Berlín como profesor de estudios turcos, fue pionero de la idea de convertir a los pueblos islámicos de la URSS (tártaros, chechenos, kazajos, uzbekos) en una quinta columna contra el socialismo aprovechando la antigua Red Prometeo, un círculo de viejos reaccionarios zaristas creado en 1925 que tenía su base de operaciones a caballo entre Varsovia y París.

Bajo la dirección del criminal de guerra Theodor Ober­lan­der, durante la guerra Von Mende encabezó una división del Ministerio del Reich encargado de los territorios orientales ocupados por los nazis, especialmente del Cáucaso. Tras la derrota se estableció en la Alemania ocupada por los británicos. En octubre de 1945 escribió una carta al comandante Morrison ofreciendo sus redes islamistas dentro de la URSS al imperialismo británico, para lo cual pedía que las unidades islamistas nazis fueran liberadas de los campos de concentración para ser utilizadas contra la URSS. Fue el comienzo de una nueva carrera en el espionaje y el sabotaje contra la URSS de la mano de Wal­ter Schenck, un antiguo oficial de inteligencia de las SS.

La CIA era de la misma opinión que Hitler y Von Mende: era posible utilizar a los islamistas contra la URSS. Tras la guerra el espionaje estadounidense logró que una parte de las redes islamistas que habían realizado tareas de sabotaje dentro de la URSS salieran del país y se instalaran en Munich. Aunque el KGB logró ejecutar en Alemania a algunos islamistas soviéticos procedentes del Cáucaso y Asia central, otros empezaron a colaborar para emisoras de la CIA, como Radio Free Europe o Radio Liberty, donde el 80 por ciento eran viejos colaboradores de los nazis.

Entre ellos estaba Ibrahim Gacaoglu, un imán que había luchado con la Legión Oriental hitleriana en el Cáucaso. Von Mende le instaló en la Alemania de la posguerra para controlar las remesas a sus contactos en el interior de la URSS. Al mismo tiempo Gacaoglu hablaba en los micrófonos de Radio Free Europe denunciando que en la URSS los ateos cerraban las mezquitas. En 1957 dio una rueda de prensa con Garip Sultán, otro viejo oficial del ejército nazi en el Cáucaso, para denunciar la deportación en masa del pueblo checheno. Sultan era hijo de un capitalista tártaro-bashkir expropiado durante la colectivización de 1929. Cuando falleció hace tres años, los obituarios de la prensa alemana se olvidaron de los aspectos desagradables de su biografía. Sólo recordaron su lucha en favor de la libertad de expresión en la URSS, cuando hablaba en las emisoras de la CIA bajo el seudónimo de Fanis Ishimbay.

En julio de 1953 una delegación de la Hermandad Musulmana de Egipto, entre ellos Said Ramadán, hijo de Hassan al-Banna, el fundador de la Hermandad, se reunió en la Casa Blanca con Eisenhower. En aquella recepción Eisenhower pronunció unas palabras para explicar el significado del acto: en sus relaciones con los dirigentes árabes “nuestra fe en Dios debe darnos un objetivo común: la lucha contra el comunismo y el ateísmo”.

Pero la revolución de los oficiales libres encabezada por Nasser puso en aprietos a los islamistas egipcios. En 1959 Ramadán se tuvo que refugiar en Ginebra (Suiza), donde murió en 1995. Su agente de enlace en la CIA era Bob Dreher, que tenía su base en Munich. En Egipto los islamistas se convirtieron en uno de los puntales más importantes para derrocar al gobierno de Nasser, estrechamente aliado a la URSS.

Una nota confidencial del BUPO (servicio secreto suizo) fechada el 17 de agosto de 1966 evoca abiertamente los vínculos de Ramadán con el imperialismo: “Definitivamente, mantiene excelentes relaciones con los ingleses y los americanos”. Un año después otro documento (5 de julio de 1967) presenta al islamista como “un agente de información de los ingleses y de los americanos. Además, creo que ha prestado grandes servicios en términos de información – BUPO”.

Gracias a sus influencias, el director de la fiscalía federal suiza no sólo infringió una orden de deportación de 31 de enero de 1967, sino que seis meses después le concedió permiso de residencia: existía la posibilidad “de que los amigos de Said Ramadán tomen el poder en los próximos meses en uno u otro Estado que ahora se conoce como progresista o socialista”.

Al exiliado egipcio nunca le faltaron medios: viajaba por Europa en un impresionante Cadillac americano pagado por la familia real saudí. Con el dinero de la CIA y de los saudíes creó en Ginebra el Centro islámico, la primera institución de este tipo en Europa. También fue uno de los fundadores de la Liga del Mundo Islámico. Eran las primeras redes islamistas europeas, que en aquella época se dirigían contra el bloque socialista a través de tentáculos de la CIA como Amcomlib (American Committee for the Liberation of the Peoples of Russia) y American Committee for Liberation from Bolshevism con los que Ramadán estaba en contacto permanente.

En los años cincuenta el dirigente de Amcomlib era Isaac Patch, que en 2005 fue entrevistado por el Wall Street Journal, manifestando que el empleo de islamistas en la lucha contra el comunismo estaba fuera de cualquier clase de dudas porque “son grandes creyentes y grandes anticomunistas”.

Sin embargo, Von Mende no estaba satisfecho ni con la CIA ni con la organización de las redes islamistas en Europa: “Alemania es una puerta que nadie controla porque no tiene portero. Todo el mundo viene y hace lo que le da la gana”. Se propuso buscar un portero y lo encontró en Nurredin Nakibhodscha Namangani, un imán originario de Uzbekistán que fue detenido en 1941 por la policía soviética y poco después liberado por el ejército nazi, al que se incorporó activamente. Se convirtió en imán de una división de las SS y fue condecorado con la Cruz de Hierro.

Namangani llegó a Munich en 1956 con los gastos pagados por el espionaje germano occidental. Creó una comisión para edificar varias mezquitas, ya que en aquella época no había más que dos en toda Alemania. La construcción de una nueva en Munich puso en contacto a las dos redes anticomunistas, la de Namangani y la de Ramadán, que en 1959 organizaron el primer Congreso Islámico Europeo, financiado por el espionaje estadounidense y alemán a través de distintos intermediarios, como Amcomlib.

La mezquita de Munich no estaba destinada sólo para el culto de los musulmanes alemanes sino que debía convertirse en el mando a distancia contra el movimiento comunista internacional. Después de controlar la religión, los imperialistas estaban decididos a dictar el credo, los salmos y las letanías, es decir, a convertirla en el centro de la guerra santa contra el bloque socialista.

La guerra de Vietnam congeló aquel proyecto, hasta que en 1979 Afganistán y la llegada del régimen de los ayatolas a Irán puso de nuevo a los islamistas en la primera línea. Para entonces en Munich había tomado el relevo uno de los sicarios de Ramadán, un sirio nacionalizado italiano, Alí Ghaleb Himmat, que había llegado a la mezquita como estudiante, amasando una gigantesca fortuna personal de origen saudí cuyo centro era el Banco Al-Taqwa.

Tras los atentados del 11 de septembre de 2001 Bush acusó al Banco Al-Taqwa de financiar a Al-Qaeda. Además de Himmat, el socio mayoritario del Banco era el italo-egipcio Yussef Nada, también dirigente de la Hermandad Musulmana, encarcelado por Nasser en 1954 y al que la propaganda imperialista presentó como “uno de los cinco lugartenientes de Bin Laden”.

El Banco tenía una sede en Nassau (Bahamas), otra en Lugano (Suiza) y otra en Liechtenstein. A causa de ello la fiscalía suiza abrió una “investigación” que duró más de tres años y no condujo a ninguna parte porque, después de la intensa campaña de propaganda, Estados Unidos no aportó ninguna prueba contra el chiringuito financiero de Himmat y Nada. Las pruebas podían volverse contra ellos mismos. En cualquier caso siempre es mejor guardar la mierda debajo del felpudo.

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