Francia confirma que las nuevas vacunas causan miocarditis

Al principio, la OMS dijo que las nuevas vacunas contra el coronavirus podían causar miocarditis, pero que los casos aparecidos no mostraban una relación clara de causa a efecto.

Lo mismo dijeron al aparecer los primeros casos en Israel y Estados Unidos. Además de que no estaba probado, los casos eran “excepcionales”, por lo que las vacunas tenían más beneficios que riesgos.

Ahora la ANSM francesa, que regula la seguridad de los medicamentos, lo confirma en su último informe, publicado el viernes de la semana pasada: la miocarditis es un efecto secundario causado por la vacuna de Pfizer.

El informe abarca el periodo comprendido entre el 11 y el 24 de junio, en el que aparecieron 45 casos de miocarditis y los clasifica como “señales confirmadas” de la vacuna.

De los 45 casos, hay 14 que han aparecido en personas menores de 30 años y la mayoría de ellos se está recuperando.

El análisis reconoce un “exceso de casos notificados con la vacuna Comirnaty [Pfizer] sobre el número esperado en la población general menor de 50 años” y, por su parte, el comité de seguimiento admite el papel de la vacuna en la aparición de la miocarditis.

Pero la ANSM se retuerce sobre sus propios datos: “Este raro acontecimiento adverso, que tuvo un resultado favorable, no pone en duda la relación beneficio/riesgo de la vacuna”. Es lo más viejo del mundo: mantenella y no enmendalla

Es un argumento absurdo, teniendo en cuenta que sus propias mediciones indican que el “covid” es absolutamente irrelevante en los tramos de edad por debajo de los 30 años y que, además, la miocarditis nunca viene sola, sino acompañada de otros efectos secundarios.

Además, se han notificado 95 casos de pericarditis desde el inicio del seguimiento. La mayoría de ellos eran mujeres, con una edad media de 61 años, y 51 casos se han recuperado o están en proceso de recuperación.

La ANSM siguen clasificando este tipo de efectos adversos como “potenciales”, es decir, que su vínculo con la vacuna aún no se admite oficialmente. Pero todo es cuestión de tiempo. Basta seguir vacunando a millones de personas más para tener las evidencias que obliguen a los “expertos” a caerse del guindo.

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