En Francia la dirección de la vacunación está en manos de un sicario de los Rothschild

El 3 de diciembre del año pasado el gobierno francés puso a Alain Fischer al frente de la campaña de vacunación. En Francia le llaman “Señor Vacunas”.

Fischer es profesor de inmunología y cuando los periodistas le preguntan por las personas que han fallecido tras la vacunación, dice que sólo son “incidentes”. Tampoco ha tenido empacho alguno en defender la vacuna de AstraZeneca contra viento y marea.

En 2016, durante la época de la gripe aviar, Manuel Valls ya le llamó “para responder a la creciente ‘rebeldía’ de una parte de la población” contra las vacunas infantiles.

La hoja de servicios del “Señor Vacunas” apenas menciona su otra faceta como presidente del consejo de administración de la Fundación Rothschild, a cuyo servicio también estuvo Macron antes de llegar a la Presidencia de la República.

Cuando aparece en la televisión, es difícil decir si el que habla es el doctor en inmunología o el sicario de Rotshschild, es decir, si los espectadores escuchan ciencia o un anuncio comercial.

También es difícil decir si, lo mismo que Macron, Fischer ocupa su cargo por méritos propios o porque sus padrinos le han ascendido. ¿No hay otros “expertos” en Francia que disimulen mejor su condición de lacayos del capital financiero? No había mucho donde elegir. El otro candidato al cargo era Louis Charles Viossat, un alto dirigente del Banco Mundial, embajador de la “lucha contra el sida” y miembro del elitista club Le Siècle, del que ya hemos hablado en otra entrada.

Tanto en un caso como en otro, la pregunta no es si las dos facetas, la comercial y la sanitaria, son compatibles. Lo que está claro es que la medicina no es más que un mercado como cualquier otro. “Donde algunos ven muertos otros ven negocio”, decíamos en una entrada anterior.

De la hoja de servicios del “Señor Vacunas” se pueden extraer interesantes datos biográficos, como su intervención en las elecciones presidenciales de 2012 dentro del equipo de campaña de Martine Aubry, es decir, del Partido Socialista.

Quizá el sitio web de la Fundación ayude a aclarar los motivos para que fuera elegido para el cargo: “Sus principales investigaciones se han centrado en la terapia génica” (*), y las vacunas que se están implementando no son otra cosa que eso. Como ya hemos expuesto en otra entrada, la terapia génica es otro de los programas sanitarios del Pentágono.

En 1999 puso en práctica su experimento de terapia génica que, lo mismo que en Estado Unidos, acabó en fracaso, con dos niños aquejados con leucemia, de los que uno falleció. El experimento se tuvo que suspender en 2002 y luego de nuevo en 2005 por la catarata de complicaciones en los niños enfermos.

Los “expertos” como Fischer forman una reducida camarilla de privilegiados que hace y deshace en la sanidad mundial. Por ejemplo, el “Señor Vacunas” tiene desde años una relación muy estrecha con Karine Lacombe, que participó en la puesta en marcha del laboratorio de Wuhan bajo la dirección de Yves Lévy.

Lo repetimos de nuevo, por si alguien aún no lo ha pillado: el ya famoso laboratorio de Wuhan no es sólo chino, sino estadounidense y francés.

(*) https://www.edmondderothschildfoundations.org/nous-connaitre/gouvernance.aspx

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