En Europa la política del imperialismo no ha cambiado: la expansión siempre marcha hacia el este

La respuesta de la OTAN a la petición de Rusia de retirar las tropas extranjeras de Rumanía y Bulgaria pone de manifiesto, para quienes aún tenían dudas, que Estados Unidos no negocia. Todo lo contrario. La OTAN y los países europeos están reforzando su presencia militar en la frontera oriental.

Dinamarca ha enviado una fragata al Mar Báltico y cuatro F16 a Lituania, España ha unido sus buques navales a las fuerzas de la OTAN y está considerando enviar aviones de combate a Bulgaria, Francia se ha declarado dispuesta a enviar fuerzas armadas a Rumanía, Holanda ha enviado dos cazas F35 a Bulgaria en abril y transferirá un buque de guerra y unidades terrestres a las fuerzas de reserva de reacción rápida de la OTAN. Por supuesto, Estados Unidos está considerando aumentar su presencia militar en Europa del Este, que ya asciende a más de 70.000 soldados y civiles en Europa.

La Unión Europea ha declarado que la presencia de tropas extranjeras en el suelo de los países europeos es una cuestión de política interna europea, obviamente en contraste con la presencia de fuerzas militares rusas en Rusia, que es ciertamente una cuestión de política internacional.

En eso consiste la “invasión rusa” que pregonan los medios de comunicación atlantistas, una campaña de falsedades que va acompañada de otros bulos con los que tratan de darle verosimilitud, como la evacuación del personal diplomático estadounidense de Kiev.

La política insolente de la OTAN hacia Rusia no es nueva. Se remonta a los años finales de la URSS, cuando Gorbachov comenzó su política de concesiones, que no sirvió para nada. Más bien al contrario, fue contraproducente. Hace 30 años lo que el imperalismo transmitió del final de la URSS fue que había sido “derrotada”. Los imperialistas no conocen otro lenguaje que el militar y, como es obvio, con un país “derrotado” no se negocia.

Durante 15 años tanto la URSS como Rusia le sirvieron en bandeja al imperialismo su propia cabeza, y cuando el Kremlin quiso reaccionar se encontró con un muro. La URSS fue troceada de la peor manera posible y la OTAN se introdujo en cada uno de los pedazos. No bastó con liquidar a la URSS, ni con acabar con el Pacto de Varsovia. El imperialismo nunca tiene bastante. No negocia nada. No reconoce los tratados que firma. No los cumple.

Unilateralmente Estados Unidos no renovó los acuerdos Salt de limitación de armas convencionales y nucleares en Europa, y revocó los que seguían vigentes. Incumpliendo los acuerdos con Gorbachov y demás dirigentes soviéticos y rusos, llevó la OTAN a las mismas fronteras, donde ha instalado todo tipo de armas que apuntan hacia Rusia, provocando toda clase incendios, el más importante de los cuales fue el Golpe de Estado fascista de 2014 en Ucrania.

En Europa la política del imperialismo no ha cambiado desde 1917 y se resume en la consigna nazi “Drang nacht Osten”: la expansión siempre marcha hacia el este y las contradicciones se deben resolver a costa de los países orientales y balcánicos.

Pero Estados Unidos no sólo presiona a Rusia, sino a cualquier país que trate de mantener relaciones con Rusia, como es el caso de Alemania. Después de acabar con construcción del Nord Stream 2 que se acabó de tender a finales del año pasado y aún no ha comenzado a funcionar porque se ahoga en Bruselas en un océano de papeles y permisos. Estados Unidos está logrando con la Unión Europea lo que no logró con Alemania y agravando la crisis energética en el Viejo Continente.

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