El saneamiento de un banco chino que se creó para sanear las finanzas del país acaba en el cadalso

En enero China condenó a muerte y ejecutó a Lai Xiaomin, director del banco Huarong. El gobierno convirtió el proceso en el buque insignia del saneamiento económico de las finanzas públicas.

Huarong es uno de los cuatro bancos creados tras la crisis de 1997, junto con Cinda, Orient y Great Wall, especializados en la absorción de los activos tóxicos de las empresas públicas, una especialidad que en occidente es típica de los fondos buitre.

Lai Xiaomin era miembro del Partido Comunista y, como en cualquier país de capitalismo monopolista de Estado, en China la política y los negocios privados van de la mano. Cuando salen bien, ascienden a los gestores y cuando salen mal les acusan de corrupción.

El banco Huarong ha sido víctima de sí mismo. Se creó para sanear el sistema financiero chino y ha tenido que ser saneado. Debía luchar contra la corrupción y se hundió en el pozo de la corrupción.

La economía china está repleta de deudas imposibles y su volumen crece cada día. El año pasado las deudas tóxicas de los bancos chinos casi llegaban a los 500.000 millones de dólares, pero apareció el pretexto de la pandemia para justificar que este año las deudas incobrables van a superar sus máximos registros.

En 2000, un año después de su creación, Huarong comenzó su tarea comprando préstamos fallidos al Banco Industrial y Comercial por unos 64 millones de dólares, apenas un gota en medio de un pozo negro. Pero el banco empezó muy pronto a devorar enormes cantidades de capital y a expandirse hacia las finanzas, los seguros y el leasing, donde desarrolló sus propios negocios, que funcionaban a nombre de la exmujer y las amantes de Lai Xiaomin.

Huarong cotizaba en la bolsa de Hong Kong y en 2014 estaba en pleno vértigo bursátil con la llegada de siete empresas chinas y estadounidenses, que vieron una oportunidad en la recuperación de las deudas chinas. Sin embargo, el Ministerio de Finanzas, a través de su compañía de seguros de vida China Life, seguía siendo ampliamente mayoritario en el capital.

En 2015 Huarong puso en el mercado 6 millones de acciones y consiguió recaudar 2.000 millones de dólares en la bolsa de Hong Kong. Era dinero fresco para tapar agujeros.

Sólo tres años después, los bonos de Huarong habían perdido más del 60 por ciento de su valor. El banco que compraba deudas no podía pagar las suyas y el gobierno salió al rescate. A Lai Xiaomin le acusaron de bigamia y de aceptar 310 millones de dólares en sobornos, que en China habría que calificar más bien de “malversación de caudales públicos” porque es dinero de origen público que procede de empresas estatales, organismos municipales e incluso del propio Partido Comunista.

Como suele ocurrir, el rescate público de lo público fracasó, la cotización de las acciones de hundió en la bolsa de Hong Kong y el banco volvió a dejar de pagar sus deudas. Cuando los rumores de quiebra empezaron a circular, los capitales extranjeros salieron de los mercados financieros chinos, que son extremadamente frágiles a pesar del apoyo público.

Empezó un segundo rescate. Los bancos públicos salieron en apoyo de uno de los suyos, el gobierno “nacionalizó” 20.000 millones de dólares de deudas incobrables, empezó el saneamiento contable y la liquidación de chiringuitos: una filial, un holding financiero, un fondo de inversiones y un instituto de préstamos al consumo.

“Cuando las barbas de tu vecino veas pelar…” Los otros tres bancos públicos que gestionaban deudas incobrables hicieron lo mismo: limpiar sus propios activos tóxicos a marchas forzadas. Pero aún quedan en pie 126.000 millones de dólares de cobro más que dudoso, lo que supone un aumento de casi 30.000 millones en comparación con el año pasado.

El capital financiero es una burbuja de papeles: acciones, deudas, billetes, obligaciones… Cuando la pinchas no queda apenas nada (excepto buites).

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