El pasaporte sanitario de la Unión Europea es una medida de bloqueo contra Rusia y China

Desde el comienzo de la pandemia venimos insistiendo en el vínculo entre las medidas aprobadas con pretextos sanitarios, especialmente el cierre de fronteras, con la política de las grandes potencias hacia China y otros países.

El pasaporte sanitario forma parte de esa misma política de bloqueo y sanciones. Las personas que han sido vacunadas con Sinopharm, Sputnik y otras fabricadas por China y Rusia, no podrán viajar a Europa, si los planes de Bruselas salen adelante.

A pesar de que la OMS ha aprobado la vacuna china, la Unión Europea sólo permitirá la entrada a los viajeros que hayan recibido vacunas autorizadas, entre las cuales no están las chinas ni las rusas hasta la fecha.

Es el típico chantaje imperialista que está dando lugar a una negociación entre bastidores, que sólo puede concluir con la retirada de la propuesta de pasaporte sanitario de Bruselas y la aprobación de ambas vacunas.

Hasta el más inepto entiende que el pasaporte sanitario de los 27 no tiene nada que ver con la sanidad. La vacuna Sputnik ha sido avalada por las publicaciones científicas y autorizada por más de 60 países, pero no por Bruselas.

No obstante, la Unión Europea tiene una válvula de escape: sus provocaciones no son vinculantes para los Estados miembros, que seguirán siendo soberanos en la aceptación de las llegadas a sus territorios.

Hay otra escapatoria que demuestra aún más claramente la provocación: Bruselas también elabora otra lista de países cuyos viajeros se consideran seguros aunque los viajeros no se hayan vacunado, en la que actualmente hay siete países: Australia, Israel, Nueva Zelanda, Ruanda, Singapur, Corea del Sur y Tailandia.

Por su parte, China negocia un acuerdo de reciprocidad para que su población pueda viajar a los países europeos.

Este tipo de listas son tan arbitrarias como todas las demás: de quita y pon, negociables. Depende de una “tasa de incidencia” que a veces es de 25 y a veces de 75. También depende de “mecanismos de emergencia” que permiten suspender las llegadas procedentes de un país en caso de “deterioro de la situación sanitaria”.

En fin, otra tomadura de pelo que nada tiene que ver con la salud pública.

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