El índice de precios de los alimentos de la FAO ha subido un 33 por ciento

El índice de precios de los alimentos de la FAO ha subido un 32,9 por ciento en términos interanuales. El indicador, que mide la variación anual de los precios internacionales de una cesta de productos alimentarios básicos, se acerca de nuevo a su nivel récord (137,6 puntos), registrado en febrero de 2011.

Los precios del aceite de palma volvieron a alcanzar los niveles más altos de la historia debido a la superproducción y la consiguiente reducción de las existencias en Malasia, afirma la FAO. El precio de los aceites vegetales subió un 6,7 por ciento en agosto en un mes. También subieron los precios del aceite de colza y de girasol.

Los precios de los cereales subieron un 3,4 por ciento en un mes. En particular, los precios mundiales del trigo se dispararon un 8,8 por ciento, debido a las menores perspectivas de cosecha en varios de los principales países exportadores.

El índice de precios de la carne subió ligeramente en agosto. Los precios del ganado ovino y bovino se vieron favorecidos por las fuertes compras chinas. Los precios de las aves de corral se vieron favorecidos por el aumento de la demanda de importaciones de Asia oriental y Oriente Medio. Por el contrario, los precios de la carne de porcino cayeron porque las compras chinas siguieron disminuyendo y la demanda en Europa fue escasa.

El precio del azúcar se disparó un 9,6 por ciento en un mes… y así sucesivamente.

Estamos hablando de productos de primera necesidad, de un inminente ataque a los salarios de los trabajadores y a las pensiones de los jubilados. En Alemania ya se enfrentan a una inflación superior al 5 por ciento al final de este verano.

“Nos hemos acostumbrado a que los alimentos sean demasiado baratos”, dijo Frans Timmermans, Comisario para el Pacto Verde Europeo, en una audiencia de la comisión del Parlamento Europeo en mayo del año pasado. Hay que acabar con unos alimentos tan baratos y dejar de comer carne, como ha propuesto aquí el ministro Garzón. La carne es mala para la salud y para el cambio climático.

Hay que pasarse a la alimentación “bio”. De una media de alrededor del 8 por ciento de alimentos ecológicos en el mercado actual, la Unión Europea quiere aumentar esta cifra hasta el 25 por ciento en 2030.

Muchos artículos que hoy tenemos incorporados como de consumo corriente, se van a convertir en un lujo que sólo va a estar al alcance de los millonarios. Es el decrecimiento: dejar de consumir, e incuso dejar de comer.

La subida de los precios de los alimentos se trasladará a los productos acabados. También subirán los impuestos por la gigantesca bancarrota económica (acelerada por los confinamientos) y los faraónicos y absurdos proyectos de “transición ecológica”, como los aprobados por la Unión Europea (“Fit for 55”).

Los precios de la electricidad ya están también en máximos históricos, justo en el momento en el que la Unión Europea quiere imponer los vehículos eléctricos. Para 2035 no se podrán vender nuevos coches diésel o de gasolina, incluidos los híbridos.

El gobierno del PSOE y Podemos va a imponer peajes en las autopistas y autovías. Catalunya acaba de estrenar un nuevo impuesto al CO2 de los vehículos convencionales…

El gran atraco está en marcha.

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