El derecho a la vida

La vida no existe, lo que hay son las condiciones de vida y trabajo. Viven los animales y las plantas, la naturaleza. El ser humano, animal social, no. O existe desviviéndose, metafísicamente hablando.
– Tal vez -dice un lector de Kafka-, pero puedo pellizcarme y exclamar ¡ay!
– No sigues viviendo sino que sigues con vida.
– Bueno, tengo casa, trabajo, esposa, estoy abonado a Netflix y soy bueno al mus. No me quejo, vivo.
– Pero no eres libre. Tu queja sería porque no te alcanza para otro superfluo vicio. Os engañan y os confunden.
– Me amarga usted -dijo el hombre con atributos.
– No es lo mismo trabajar como necesidad realizadora de la persona que por maldición bíblica, como pasa bajo el capitalismo. Los animales no trabajan: el hombre, sí. Esta es la diferencia. Los primeros viven y el segundo se des-vive pues se «mata» a trabajar explotándolo. El animal come, bebe y engendra, pero no trabaja. Al igual que hacen los reyes y los parásitos con la diferencia de que para el animal la vida es un medio de vida y ambos (medio y vida) no se distinguen y son indiscernibles: animal y vida son la misma cosa. Para un rey o un parásito la vida no es un medio sino un modo de vida. El rey come, vive y engendra y se toma la vida (que le viene regalada) como medio para vivir a modo. El parásito, igual, pues aspira a vivir «como un rey», esto es, sin hincarla. Del proletariado querrían hacer lo mismo: comer, beber, engendrar y reproducir nuevos proletarios pero tomándose la vida como medio y no como modo. Como veo que no me hago entender, lo diré más claro: yo, capitalista y sujeto, te uso a ti como objeto y como medio para vivir a modo. Democracia y capitalismo son conceptos incompatibles. O llamar Estado de derecho donde se tortura. Es mentira, es la caverna de Platón. La ideología es tan real como la falsa conciencia. Se miente para recrearla y vivir a modo. Inteligencias, diría Carlyle, vulpinas, zorrescas, putas y putos de la pluma. Gente vendida.
– Vale, pero todo eso, que por sabido conviene repetir para que no se olvide, ¿qué tiene que ver con el derecho a la vida?
– Recurriré a Marx, quien decía esto de los partidos políticos burgueses: «vuestro derecho no es otra cosa que la voluntad de vuestra clase convertida en ley». Yo, burgués, maté, pero, una vez en el poder, a mí no se me puede matar. Esto es el derecho a la vida. Y aquí se acaba la historia y no hay más historias. Este es el fin de la Historia. Defiendo tanto el derecho a la vida como el derecho a morirse de hambre. Soy un liberal…

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