El CNI es un servicio de seguridad privado de las empresas del Ibex 35 que ya no les sirve

El escándalo del CNI está embarrando el terreno de la llamada «confianza» de los inversores. Se trata de un indicador muy subjetivo pero relevante, porque implica hasta qué punto España como Estado es capaz de asumir sus compromisos de pago.

La relación entre «La casa» y las grandes empresas españolas es fluida, constante y se concibe como un servicio privado a su disposición, convenientemente oculto bajo el llamado «pabellón del interés nacional», llamando «pabellón nacional» al balance de resultados de empresas como Repsol, Endesa, etc.

Lo que perciben algunas grandes corporaciones es que el Gobierno ya no sirve y que necesita un recambio. Prácticamente todas las reuniones corporativas formales o informales, o cualquier convite de cualquier restaurante top de la Milla de Oro madrileña es hoy una reunión conspirativa. Sin embargo, tocar el CNI en España es casi como mentar a la madre en vano, porque poner en duda a «La casa» es poner en duda a las grandes empresas de este país.

El servicio que presta el CNI a estas empresas no puede entenderse a su vez sin la colaboración de otras agencias de inteligencia. Por ejemplo, la colaboración de la CIA es fundamental para que una multinacional pueda tomar decisiones estratégicas importantes en Latinoamérica, o los servicios secretos franceses respecto a África. Es decir el CNI, como organismo de Estado, se dirige a los servicios de inteligencia de otro Estado, para que presten colaboración en los intereses empresariales de las principales multinacionales de bandera, es decir, intereses privados. Lo de siempre.

Grandes compañías como Inditex, Iberdrola, Santander, BBVA, Telefónica o Mapfre operan en países políticamente inestables. Algunas de ellas, como Repsol o Red Eléctrica, han vivido nacionalizaciones, totales o parciales, -en Venezuela y Bolivia, respectivamente-, que han tenido un impacto considerable en su cuenta de resultados. Y lo cierto es que en esos casos tan sonados CNI no supo hacer bien su trabajo, ni anticipar esos movimientos.

Si bien esto no es concluyente, hay que también entender el llamado «escándalo Pegasus» en el marco de la guerra comercial que a diversos frentes se libra también entre los servicios secretos.

Ahora bien, si fuera se empieza a percibir España como una economía venida a menos, dentro se va extendiendo la sensación de fin de ciclo. Los grandes del Ibex comienzan a alejarse del barco ante el peligro de hundimiento, y un dato: este escenario de escepticismo y que visibiliza la crisis del CNI es que los grandes bancos -como Santander, Bankinter o BBVA– están tratando de forma desesperada liquidar los vehículos de inversión más comprometidos.

Las consecuencias de esta mala imagen, sumado a la reforma fiscal que pone fin a la tributación de privilegio de las SICAV, estiman en una masiva fuga de capitales de unos 13.000 millones de euros en este primer semestre. Los países mejor colocados para la captación de estos fondos serían Luxemburgo e Irlanda, ya que ambos disfrutan de una exención fiscal total, siguiendo así una tendencia que ya advertimos en mayo de 2020.

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