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El sábado se produjo una detención en Sidney, Australia, que es casi sorprendente. Con gran alarde mediático la policía anunció la captura de Chan Han Choi, un agente “leal” a Corea del norte de 59 años que trataba vender tecnología y misiles a no se sabe quién (pero eso da lo mismo, según parece).

A pesar de su nombre y su “lealtad”, las cosas no son como parecen: el detenido es australiano y lleva 30 años viviendo allá.

El lenguaje era típico de ese híbrido periodista-policía cada vez más en boga en todo el mundo. Hablaba de “mercado negro” que, tratándose de Corea del norte, es una redundancia: en Corea todo es de color negro y el mercado mucho más, porque el país está sometido a un bloqueo feroz. El color negro, pues, no depende del país asiático sino de quienes imponen las sanciones al mundo.

Si ponemos la lupa en la noticia, los misiles son un tópico que justifica lo demás, porque es imposible que haya ningún civil interesado en ese tipo de compras, tan poco navideñas. Aunque no identifica a los posibles compradores, la nota oficial admite que no hay gobiernos extranjeros involucrados (excepto el de Pyongyang como es lógico).

No hay, pues, tales misiles. Es un bulo que justifica el operativo. Lo que en realidad ocurrió fue que el “agente leal” trataba de vender tecnología norcoreana -posiblemente informática- para recaudar divisas, pero si la noticia se hubiera redactado así, no habría tenido ningún recorrido. Sin embargo, el portavoz de la policía australiana, Neil Gaughan, se permitió el lujazo de inflar el caso en plan peliculero asegurando “que nunca se había visto nada igual sobre el suelo australiano”.

Como la nota no dice nada sobre el comprador, la deducción es evidente: se trataba de un cebo de la propia policía, es decir, de un delito provocado por ella. Llevaban casi diez años sobre la pista de este “agente leal” que vendía carbón coreano a empresas de Indonesia y Vietnam, siempre con el mismo fin: obtener divisas.

Pero lo interesante llega al final, cuando la policía asegura que la detención se produce en aplicación de dos leyes: la de Armas de Destrucción Masiva y las sanciones de Estados Unidos contra Pyongyang en Australia. Si eliminamos la primera parte de la ecuación, las armas de destrucción masiva que nunca aparecen por ningún lado, como es costumbre, nos queda la otra parte: como buenos lacayos, Australia aplica las leyes que le dictan.

Lo admitió literalmente el portavoz de la policía en rueda de prensa: Corea del norte es un Estado que “se mantiene a sí mismo incumpliendo las sanciones de Estados Unidos”. Lo que la policía australiana quiere decir es que todo el mundo debe ser tan servil a Estados Unidos como ellos mismos: a las leyes de Estados Unidos, a las sanciones, a las imposiciones, a las amenazas…

Al portavoz de la policía no le importó reconocer que la detención se produjo gracias a la información recibida de un “socio extranjero encargado de hacer cumplir la ley”. Adivinen ahora quién es el chivato y a quién sirve la policía australiana. ¿Quiénes realmente dan muestras de verdadera “lealtad” en este mundo?

https://www.military.com/daily-news/2017/12/17/n-korea-agent-charged-wmd-sale-plot-australia.html

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