¿Cómo es posible que en plena crisis se cierren centrales eléctricas?

En vísperas del invierno y en plena crisis energética, Iberdrola ha cerrado la mayor central de carbón de Europa, que estaba en Longannet, Escocia. Endesa ha cerrado la de Carboneras, en Almería, con el aval del gobierno del PSOE y Podemos.

En 2018 Greenpeace realizó una protesta delante de esa central, exigiendo su cierre, como muestra la foto de portada, porque el carbón es el “principal responsable del cambio climático en el mundo”.

Lo mismo hace Alemania, que ha echado la llave a tres reactores nucleares y 11 centrales de carbón. El país perderá 6,4 GW de capacidad de generación. En total Alemania quiere cerrar 15.000 MW de capacidad de las centrales eléctricas para 2023.

Es posible que las redes eléctricas dejen de permanecer estables porque, por un lado, la expansión de la energía eólica se ha estancado, las instalaciones de almacenamiento que absorben los cortes de energía relacionados con la meteorología apenas están planificadas y la salida de la producción de carbón va más rápido de lo previsto.

Esta política, insistimos, tiene menos que ver con la protección del medio ambiente que con la economía. Debido al aumento de los precios del comercio de emisiones en la Unión Europea, las centrales eléctricas de carbón son cada vez menos atractivas.

El precio de la electricidad en Europa sigue batiendo récords. Las tarifas eléctricas diarias superan los 300 euros/Mwh en España, Francia, Suiza, Austria, Italia, Eslovenia, Croacia, Serbia y Hungría.

En Alemania, los Verdes aplauden con las orejas y, desde que están en el gobierno, aún con más entusiasmo. El nuevo gobierno de coalición ha elaborado más planes para abandonar la producción de carbón antes de 2030. Ya veremos lo que ocurre cuando la población no pueda encender la calefacción en medio del hielo.

Las posibilidades de que se produzcan apagones son muchas, porque es imposible aumentar la oferta y reducir la demanda porque hasta ahora eranlos combustibles fósiles los que permitían mantener el balance energético. El desmantelamiento de la capacidad nuclear y de carbón en Alemania en diciembre hará que, en pleno invierno, la capacidad de generación alemana disminuya en 6,4 GW.

En Alemania la generación a partir de energías renovables fue significativamente inferior a la del año anterior (56 por cien). Los sistemas de energía solar y eólica suministraron conjuntamente 87,3 teravatios hora (Twh) a la red pública, frente a los 102,9 TWh del primer semestre de 2020. Esto se debe principalmente a la fuerte caída del 20 por cien de la energía eólica.

Por otro lado, ha aumentado la generación de electricidad a partir del lignito (+37,6 por cien), la hulla (+38,9 por cien), el gas (+18,6 por cien), la energía hidráulica (+15,9 por cien) y la nuclear (+7,1 por cien).

El gobierno de socialmócratas y verdes va, pues, a contrapelo de lo que la realidad (o sea, el mercado mundial) indica. Tras caer en 2019 y 2020, la generación de electricidad con carbón repuntará un 9 por cien este año, hasta alcanzar un nuevo máximo histórico de 10.350 Twh, ha advertido esta mañana la Agencia Internacional de la Energía (AIE).

Después de caer en 2019 y 2020, se espera que la generación de energía a base de carbón repunte un 9 por cien este año. La demanda de carbón podría alcanzar nuevos máximos históricos el año que viene.

Los altos precios del gas hacen que el carbón sea más competitivo económicamente.

La demanda total de carbón (que incluye no sólo la electricidad, sino también la producción de cemento y acero) aumentará un 6 por cien este año. Seguirá siendo inferior a los niveles récord de 2013 y 2014, pero estos podrían superarse pronto.

“Dependiendo de la climatología y del crecimiento económico, la demanda total de carbón podría alcanzar nuevos récords ya en 2022 y mantenerse en estos niveles durante los dos años siguientes, lo que subraya la necesidad de adoptar medidas políticas rápidas y contundentes”, advierte la AIE.

En consecuencia, no hay nada más alejado del mundo actual que esos planes de “transición ecológica”, en los que los gobiernos europeos están derrochando gigantescas cantidades de dinero público de forma absurda.

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