Como en 1939, Polonia tiene una ‘tormenta perfecta’ en sus fronteras

Oficialmente la Segunda Guerra Mundial empezó en Polonia en 1939 y, como hemos expuesto en otra entrada, no sólo fue responsabiidad del III Reich sino del propio gobierno polaco. Polonia fue víctima y verdugo de sí misma.

Ahora el gobierno polaco sigue el mismo juego. Lo mismo que otros países del este de Europa, no admite emigrantes y ha cerrado las fronteras con Bielorrusia. Como en otras ocasiones, la desdicha de miles de personas del Tercer Mundo se utiliza como arma para viejos conflictos, en este caso la Unión Europea y Rusia, que ya arrastran los pies en la crisis de la energía.

La OTAN aprovecha la ocasión para una de sus provocaciones características: acumular más material de guerra en las fronteras de Rusia con la pretensión de matar dos pájaros de un tiro: puede hacer retroceder a Bielorrusia, donde ya intentaron un Golpe de Estado durante el verano, y propiciar una solución de la Guerra del Donbas por la fuerza bruta.

En el este la Unión Europea se buca enemigos cuando debería buscar amigos. No hay más que escuchar a sus portavoces para ver el atolladero en el que se han metido. ¿Por qué no han autorizado formalmente la entrada en funcionamiento del Nord Stream 2 en plena crisis del gas? Porque no les basta con el gosoducto: quieren imponer los precios a Rusia, es decir, evadir el sacrosanto “libre mercado”.

Lo mismo ocurre en la frontera polaca. Están convencidos de que Lukashenko es un títere vergonzoso de Putin. Se equivocan de nuevo. Cuando Merkel habla con Putin para que controle a Lukashenko, siempre obtiene la misma respuesta: habla tú con él. Eso no impide que Bruselas siga buscando por los desvanes algún tipo de sanciones que aún no hayan impuesto a uno (Lukashenko) u otro (Putin).

En la cuestión del gas la Unión Europea se está perjudicando a sí misma y el único motivo por el que no abre el grifo del Nord Stream 2 es porque supone, una vez más equivocadamente, que Rusia sale mucho más perjudicada.

La Unión Europea arrastra importantes problemas internos, el último de los cuales es el de Polonia, que ha declarado la superioridad de sus normas internas sobre las de Bruselas. Bielorrusia no necesita recurrir a los emigrantes para asestar un golpe a Unión Europea.

Hay que decirles claramente a los parásitos que llenan las oficinas de la Unión Europea que no es la primera crisis emigratoria que tienen que enfrentar. Ya les ocurrió antes en la frontera entre Grecia y Turquía, que solucionaron aflojando la blletera: Erdogan se llevó 5.000 millones de euros por mantener a los emigrantes dentro de las fronteras de su país.

Los europeos no tuvieron ninguna clase de escrúpulos para entregarle dinero a Erdogan, pero organizarían un escándalo mayúsculo si hicieran lo mismo con Lukashenko.

Trasladar de rebote el problema de los refugiados a Rusia es más de lo mismo, como los ciberataques, como las manipulaciones electorales… No hay nada nuevo. Si Putin fue capaz de manipular a Trump, con mucha razón puede hacer lo mismo con Lukashenko.

La crisis fronteriza refuerza a Polonia en sus aspiraciones a tomar de la Unión Europea sólo aquello que les interesa, las armas y el dinero, mientras rechazan el resto, asuntos como el aborto, por poner sólo un ejemplo. Ha logrado arrastrar en su defensa tanto a la OTAN como a la Unión Europea gracias a su vecindad con Rusia y Bielorrusia, que siempre son bazas muy poderosas.

Las amenazas de Bruselas contra Varsovia se han convertido en su contrario: en declaraciones de apoyo incondicional, lo cual va a multiplicar los desafíos del gobierno polaco hacia la Unión Europea.

Hasta ahora la presión de la OTAN contra Rusia estaba en el flanco sur, el Mar Negro y el Donbas. La crisis de los emigrantes la ha traslado al norte, donde Rusia ha trasladado los bombarderos Tu-22M. Pero Polonia no es Ucrania. Por más que se haya incorporado a la OTAN, Estados Unidos no puede manejar al gobierno de Varsovia como maneja al de Kiev.

Tras la caída de la URSS en 1990 prometieron un mundo sin fronteras. Treinta años después hay más fronteras (y más pasaportes) que nunca y todas ellas se están cerrando progresivamente con alambradas y ejércitos armados hasta los dientes.

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