Como dos gotas de agua

Darío Herchhoren

En el lejano 1955 hubo dos golpes de estado contra el General Perón, presidente constitucional argentino. El primero de ellos fue en junio de 1955, y se saldó con centenares de muertes de ciudadanos que esa mañana iban a su trabajo o niños que iban a la escuela. Los sublevados bombardearon salvajemente la Plaza de Mayo en el corazón de Buenos Aires, sin preocuparse de sus consecuencias.

Ese golpe fracasó, pero el 16 de junio de 1955, a escasos tres meses del golpe anterior estalló en la ciudad de Córdoba a 800 kilómetros al norte de Buenos Aires, un segundo golpe, que esta vez triunfó poniendo fin al segundo mandato presidencial de Perón. Ese golpe desató una represión política como no se tenía memoria en el país, inaugurando una nueva forma de crueldad, con torturas, fusilamientos y desapariciones, que se repetirían lugo tras el golpe militar de 1976, encabezado por Videla, Massera y Agosti, en representación paritaria del ejército, la marina y la fuerza aérea respectivamente.

Al golpe de septiembre de 1955, los criminales militares lo bautizaron como «revolución libertadora», y lo convirtieron en cruzada contra la tiranía de Perón, y utilizaron para ello a civiles pertenecientes a las clases adineradas, que sirvieron magníficamente a sus mandantes militares, y le dieron al golpe militar un carácter «humano», es decir una cara amable. Se llegó al extremo de no poder decir la palabra Perón. Había que decir «el tirano prófugo».

Esos llamados comandos civiles se dedicaron al saqueo de la propiedad peronista, a los asesinatos de dirigentes obreros y a militantes de izquierda. Hubo un caso emblemático, en el cual participaron esos comandos civiles, encabezados por un teniente de apellido Cornejo, de una familia aristocrática de la provincia de Salta, que allanan el domicilio de un dirigente sindical, cuyo nombre me reservo porque su viuda todavía vive, que fue asesinado en presencia de sus hijos y de su esposa, y esta posteriormente fue violada por una chusma de más de veinte «caballeros». Así fue durante los siguientes 18 años.

Previo al golpe se creó el ambiente necesario para generar una trama civil afín al golpe que se gestaba, donde no faltaban «estudiantes» románticos que pedían a gritos «libertad» y que denunciaban falsas redadas policiales y persecuciones inexistentes. Se quemaron iglesias y se pegó fuego a una institución oligárquica como era el Jockey Club en la calle Florida, lugar emblemático de las familias linajudas.

Han pasado 64 años desde aquellos hechos, y en Venezuela hay otros tiranos como Chaves y ahora Maduro, y la situación es tan parecida que me ha dictado el título para esta entrada.

La periodista argentina Stella Calloni ha denunciado que ha llegado a sus manos un manual de instrucciones para aplicar en Venezuela, proveniente de la democrática CIA, donde se explica punto por punto qué hay que hacer contra Maduro. Los intentos de golpe militar contra el gobierno de Venezuela han fracasado a pesar de cuantos intentos se han hecho por parte del gobierno de los EEUU, que esta vez actuó a cara descubierta, llamando a la rebelión, y creando un circo mediático político y designando un payaso mayor de nombre Juan Guaidó, que se autoproclama «presidente encargado de Venezuela», el cual dice que asumirá efectivamente la presidencia de Venezuela «cuando cese la usurpación».

Me hace acordar esto al franquismo surgido de un golpe militar sangriento, que juzgaba y condenaba a los republicanos españoles «por auxilio a la rebelión».

Como vemos hay pocos cambios en el accionar de la CIA apoyando a los intereses del gran capital, aliado a sus fines. Las clases acomodadas «huyen» e «invierten» en España, donde se les ve por la calle Serrano comprando en los mejores comercios y gastando fortunas en ellos. Son la representación más genuina del pueblo venezolano.

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