Aunque el ladrillo se vista de seda… en la quiebra se queda

El mes pasado quebró WeWork, una empresa emergente dedicada al alquiler de oficinas “a medida”, compartidas ente varios inquilinos, con internet, teléfono, despacho y demás servicios que necesitan los “emprendedores” de nuevo cuño, de los que tienen los bolsillos casi vacíos. Proporciona una fachada para quien no tiene nada, ni siquiera una dirección de correos a la que poderle escribir.

El capitalismo funciona de la siguiente manera absurda: antes de concederte un préstamo, el banco tasa tus activos, por ejemplo, tu piso (si es que lo tienes, si es que es tuyo y si no está ya hipotecado de antes).

Para concederle un préstamo, SoftBank tasó a WeWork en 47.000 millones de dólares en enero y un parte de la empresa pasó a poder del banco, lo cual quiere decir que no hay ningún préstamo sino un apoderamiento de la empresa por parte del banco. El banco se prestaba dinero a sí mismo.

Como la tasación del negocio estaba inflada deliberadamente, el banco recibía más dinero del que ponía encima de la mesa.

Seguramente Ustedes son escépticos y no creen en los milagros, pero el capitalismo no es más que un milagro: el de la multiplicación de los panes y los peces.

Ante el chollo, WeWork se lanzó en la cuesta hacia abajo y el mes pasado quiso más dinero todavía. Lanzó una oferta pública de venta de acciones que consumó el saqueo: el banco se quedó con toda la empresa.

Ahora bien, SoftBank debía rescatar a WeWork de la ruina, pero la magia seguía obrando sus frutos: de 47.000 millones de dólares la tasación pasó a sólo 8.000 millones de dólares menos. En ocho meses su valor era seis veces menor (*).

A diferencia de los “mirlos blancos”, WeWork no era exactamente humo, la típica empresa virtual, sino todo lo contrario, un gigante inmobiliario. Las empresas como WeWork alquilan más de 4,5 millones de metros cuadrados de inmuebles, que representan el 16,5 por ciento de la demanda del sector, o sea, un monopolio.

Con la quiebra, los inmuebles vuelven al mercado y la burbuja se sigue inflando. Las cosas no son lo que parecen. WeWork parecía una de esas empresas de las nuevas tecnologías, pero no era más que el ladrillo de toda la vida, con la diferencia de que no construía, ni siquiera compraba: sólo realquilaba el espacio.

La multinacional empleaba a más de 12.500 trabajadores a los que se les ofrecieron acciones. Algunos pidieron préstamos personales para comprarlas a un precio de 54 dólares cada una; ahora sólo les pagan 19 dólares, es decir, han perdido el dinero y, además, deben devolver los préstamos.

Ls milagros son sólo para algunos; los demás tienen que pagar el pato.

(*) https://markets.businessinsider.com/news/stocks/wework-could-run-out-of-money-2020-cash-burn-bernstein-2019-10-1028571132

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