Asesinatos, robos, violaciones, secuestros… el ejército de Estados Unidos es una máquina de matar y morir

El 4 de enero una unidad del ejército de Estados Unidos con base en Fort Hood comenzó su misión de ocho meses en Lituania con una ceremonia oficial. Ha tomado posiciones con su armamento pesado, incluyendo los tanques Abrams y los vehículos de combate Bradley.

La base de Fort Hood es conocida por los crímenes en los que se ven involucrados los militares. Los medios de comunicación estadounidenses se refirieron al año pasado en la base como el “mortífero” 2020″.

Desde principios de año, 12 soldados de Fort Hood han desaparecido, han muerto o, en un caso, han sido encontrados muertos después de haberse denunciado su desaparición el año pasado. Otros dos que se habían retirado del ejército en los seis meses anteriores también fueron asesinados (*).

En uno de estos dos casos, acusaron de asesinato a un soldado en servicio activo en la base.

“Aquí los números son altos. Son más altos en la mayoría de los casos por agresión sexual, acoso, asesinato, por todo nuestro entrenamiento en el ejército de Estados Unidos”, dijo el Secretario del Ejército Ryan McCarthy durante su visita a Fort Hood a principios de agosto.

Además del aumento de los homicidios, el número de crímenes violentos cometidos por los soldados en la base este año, y desde 2015, es alarmante.

La Oficina de Asuntos Públicos del Ejército ha publicado las cifras que citó McCarthy, que comparan los datos de delitos violentos y no violentos de Fort Hood de 2015 a 2019 con los de dos instalaciones de tamaño similar: Fort Bragg, en Carolina del norte, y la Base Conjunta Lewis-McChord, en Wash.

Fort Hood registró un promedio de 129 crímenes violentos cometidos por soldados al año, Fort Bragg tuvo un promedio de 90 y Lewis-McChord 109. Entre los delitos violentos figuran el homicidio, los delitos sexuales violentos, el secuestro, el robo y la agresión con agravantes.

Con la excepción de dos, los homicidios de este año ocurrieron en el pueblo de Killeen, que está situado justo a las puertas de la base. Otra ocurrió en Harker Heights, un pequeño suburbio de Killeen. Estas muertes recibieron más atención pública después de la desaparición y muerte de la soldado Vanessa Guillén.

La mujer de 20 años, originaria de Houston, fue golpeada hasta la muerte por el soldado Aaron Robinson, quien, junto con su novia, enterró su cuerpo en un lugar aislado a unos 30 kilómetros del puesto. Se suicidó disparándose a sí mismo cuando se enfrentó a la policía local después de que el cuerpo fuera descubierto el 30 de junio.

El 1 de marzo, el soldado Shelby Jones, de 20 años, fue asesinado a tiros fuera de un club de destape en Killeen. La investigación policial indica que 15 personas estuvieron involucradas o fueron testigos del incidente, pero el 10 de junio un gran jurado del condado de Bell se negó a acusar al sospechoso. El caso fue cerrado excepcionalmente, dijo Ofelia Miramontez, portavoz del Departamento de Policía de Killeen. El archivo de la causa demuestra que elementos fuera del control de la policía impidieron la detención y enjuiciamiento del asesino. El fiscal no explicó por qué archivó el sumario.

Dos semanas después, Delacruz, Cline y Allred fueron asesinados.

El 26 de marzo, Michael Wardrobe, que dejó el ejército en enero, fue asesinado a tiros. El soldado Jovino Jamel Roy fue detenido y acusado del asesinato. Un periódico local informó de una pelea entre los hombres de 22 años por un supuesto triángulo amoroso que involucra a la esposa de Roy.

Guillén fue asesinada al mes siguiente estando de servicio. Durante los dos meses de búsqueda, una pista llevó a la policía a un campo en Killeen el 19 de junio, donde encontraron los restos del soldado Gregory Wedel-Morales de 23 años. Wedel-Morales fue denunciado como desaparecido en agosto de 2019, unos días antes de que dejara el ejército. Su unidad lo calificó de desertor, un estatus que su madre tuvo que luchar por cambiar para que su hijo pudiera volver a casa a Oklahoma y ser enterrado en un cementerio de veteranos.

El 18 de mayo, el soldado Brandon Rosecrans, de 27 años, fue asesinado a tiros en Harker Heights, un barrio tranquilo al este de Killeen. Su cuerpo estaba junto a una calle residencial y su vehículo fue encontrado en llamas a unos pocos kilómetros de distancia. Un civil, Brandon Olivares, de 28 años, fue detenido y acusado del asesinato de Rosecrans en agosto. Los dos hombres tuvieron un desacuerdo sobre la venta de un arma de fuego y Olivares disparó a Rosecrans mientras dormía en su vehículo.

Hay, además, otras cuatro muertes violentas, que han desatado un llamamiento para reformar la base militar.

Los lituanos ya saben lo que les espera…

(*) https://www.stripes.com/news/army/why-is-fort-hood-the-army-s-most-crime-ridden-post-1.642104

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