Altruismos rentables

Nicolás Bianchi

Para una vez que una alta funcionaria dice cosas de sentido común van y le enmiendan la plana y la acusan poco menos que de cruel e inhumana. Nos referimos a la directora general de Salud Pública, Mercedes Vinuesa, que comentó (el 7 de agosto pasado) que iniciaría gestiones con la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios -a la que pertenecía, entonces vivo, el sacerdote Miguel Pajares- por los costes de la repatriación.

Un día después, el Gobierno asumiría los gastos del traslado del religioso afectado por el virus del ébola. El presidente Rajoy dijo que «esto lo va a pagar el Gobierno español», lo cual, por otra parte, es de puro «sentido común» (cursiva nuestra, NB).

Minutos antes de anunciar el Gobierno esta medida, la ONG Juan Ciudad (nombre del fundador portugués en el siglo XVI de esta Orden), aseguraba que se haría cargo de los costes, aunque Sanidad, al menos todavía, no le había hecho «ningún requerimiento económico». Y es que fondos tienen. Y no pocos.

Esta Orden tiene presencia en más de 50 países de cuatro continentes (informa El País). Gestiona más de 350 centros, de los que 80 son hospitales, 48 otro tipo de instalaciones sanitarias y el resto servicios sociales para enfermos mentales, discapacitados o ancianos. El país en el que más operan es España donde tienen convenios con todos los Gobiernos autonómicos. Está formada por 1.200 hermanos, más de 40.000 colaboradores entre profesionales y voluntarios. En España, el país con más infraestructura, disponen de 65 centros, de los que la mayoría son hospitales. Cerca de la mitad de sus fondos mundiales provienen de las administraciones. Como curiosidad diremos que el primer centro de la orden en África se abrió en Mozambique en el siglo XVIII.

No hay otro tema en las tertulias mediáticas acerca del virus ébola -de cuyo invento en algún siniestro laboratorio para acojonar al personal no nos ocuparemos a la espera de lo que diga Olarieta que de pandemias «fabricadas» sabe un rato- y la «repatriación» de un patriota «que da la vida por los demás, por el prójimo, desinteresadamente». Vergüenza debería dar a quienes meramente discuten el soporte y reparto del coste de tal repatriación, por no hablar -como así se ha denunciado- del disparate que supone traer al enfermo de donde contrajo el virus a miles de kilómetros de ahí. Gente inicua, sin duda. Como la Federación de Asociaciones para la Defensa de la Sanidad Pública que critica que mientras millones de españoles están sufriendo por los recortes sanitarios (que hasta Tomás Gómez ha tenido que reconocer poniéndole a caldo el búnker mediático), se costea el traslado solicitado por una congregación religiosa «que ingresa millones de euros gracias a conciertos con las administraciones sanitarias españolas». Un traslado en un avión del Ejército medicalizado y cuyo coste la Orden, ya se ha dicho, se avino a sufragar antes de que el Gobierno, que todavía no ha dicho oficialmente a cuánto asciende la operación de traslado, se sintiera aludido por la patria afligida ante uno de los suyos, un misionero cual caballero español haciendo el bien por doquiera tu vayas.

La Orden Hospitalaria San Juan de Dios cuenta con una SICAV llamada «Finanzas Querqus». Las SICAV son Sociedades de Inversión Colectiva de Capital Variable que pretenden conseguir beneficios a través de sus inversiones en los mercados de capitales, mediante la compra de bonos, obligaciones, acciones o cualquier otro tipo de activo financiero. A su vez, estas sociedades se pueden recapitalizar cuando vuelven a reinvertir sus beneficios en la misma sociedad. Respecto a la fiscalidad de las SICAV, acabáramos, es mucho más favorable para estas sociedades que para el resto de sociedades que operan en el Estado español. Las mayores fortunas de España están incluidas en este tipo de sociedades (SICAV) fundamentalmente por razones fiscales, al tributar muchísmo menos que las personas físicas o que el resto de sociedades. Por ejemplo, Pedro Almodóvar, Ana Rosa Quintana, la familia Polanco, Amancio Ortega, etc., cuentan con una o más SICAV.

Para constituir una SICAV se necesita un capital mínimo de 2.400.000 euros y 100 socios. En sus inicios, estas sociedades se crearon para agrupar los ahorros de las familias y así canalizarlos hacia los mercados de inversión -algo parecido a los «preferentistas» o fórum filatélico o Bankia, pero en otro nivel-, pero hoy en día, la mayor parte de las SICAV están formadas por una única persona o familia que es la propietaria de la mayor parte del capital.

«Finanzas Querqus SICAV SA» es una SICAV cuyos dueños son los Hermanos de la OHSD. Tiene su sede en Boadilla del Monte (Madrid) y está gestionada por el Banco Santander. En el último ejercicio contaba -esta SICAV- con un patrimonio de 14.990.000 euros y consiguió una rentabilidad superior al 7%.

Esta SICAV invirtió en renta variable parte de su capital en grupos como PRISA (El País, Cadena SER, etc.) o Mediaset (La Sexta), no precisamente proclives a la Iglesia Católica, pero ya lo dijo el emperador romano Vespasiano al imponer una tasa a las letrinas romanas: el dinero «non olet» (no huele).

La propia Orden, en su web, se autocalifica como mendicante, movida por el espíritu misionero y por la caridad, valores que contrastan por completo con el hecho de que hay capital que la Orden va consiguiendo a través de sus actividades que, sin duda, va dirigido a incrementar el capital de su SICAV (Finanzas Querqus, creada en el año 2000) cuyo objetivo no es construir nuevos hospitales (prefiere «gestionar» los ya construidos) ni ayudar a los que más lo necesitan, sino que es un dinero que se dirige hacia los mercados financieros para conseguir el máximo de rentabilidad económica. La OHSJD recibe dinero público, lo desplaza a una SICAV para pagar los menos impuestos posibles y finalmente invierte en renta pública soberana de España, para seguir recapitalizándose. También invierten en Bolsa. Y en el extranjero lo hacen cotizando en dos gigantes del acero, Kloeckner y Arcelor Mittal.

Las SICAV, ya se insinuó, son instrumentos especialmente creados para proteger a los grandes capitales. Dicen que todo es legal, y lo será, pero si bien ahí invierten gente amoral como Elena Valenciano o un eurodiputado de IU, en el caso de una Orden Religiosa va a ser que chirría pelín, pero, qué oxtias, viva la virgen (nunca mejor dicho, ¿no es cierto?).

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pinche el enlace para mayor información.plugin cookies

ACEPTAR
Aviso de cookies

Descubre más desde mpr21

Suscríbete ahora para seguir leyendo y obtener acceso al archivo completo.

Seguir leyendo