Al nuevo capitalismo de rostro humano no le gustan los monopolios tecnológicos

Decíamos ayer que las críticas a Facebook, que están absolutamente justificadas, no tienen otro objetivo que imponer una regulación pública de los contenidos de las redes sociales, en general, es decir, reforzar la censura.

Dicho y hecho: hoy el diario británico Morningstar, exponente británico de la izquierda domesticada, publica un artículo (1) exigiendo una regulación de Facebook y demás monopolios tecnológicos (Google, Amazon, Microsoft, Apple), por una obviedad: “no están al servicio de los usuarios”. No son un servicio público, pero deben serlo.

Como es típico de Morningstar, la regulación forma parte de una “lucha antimonopolista” porque las empresas tecnológicas manipulan cantidades ingentes de datos sobre sus usuarios, o que a su vez les da poder de mercado y les permite dominar su sector, eliminando cualquier competencia emergente.

Uno de los ejemplos de esa “lucha antimonopolista” es la Comisión Federal de Comercio de Estados Unidos, que dirige Lina M. Khan. El periódico británico no oculta, pues, que su referente está al otro lado del Atlántico.

Khan es una experta en esta “lucha”. En un artículo publicado en 2017 atacó a Amazon y defendió la “libre competencia” y el mercado con toda suerte de banalidades. “La doctrina de la competencia ya no debe centrarse únicamente en el interés del consumidor, sino en la existencia de un poder de mercado que se traduzca en prácticas predatorias que impidan la innovación o la aparición de posibles competidores” (2).

En su estrategia para conquistar su mercado, dice Khan, Amazon ha optado durante mucho tiempo por sacrificar los beneficios para ganar cuota de mercado, lo que le ha permitido cortar de raíz cualquier competencia.

A la empresa Diapers, que vendía productos de belleza y cuidados del bebé en línea, Amazon le impidió deliberadamente desarrollarse rebajando sus precios de venta (dumping) y ofreciendo servicios atractivos a los consumidores con un servicio de suscripción favorable.

Diapers tiró la toalla. Fue absorbida por Amazon que, a partir de entonces, abandonó rápidamente su agresiva política de precios y ofertas promocionales o de suscripción para subir los precios.

Esta práctica dio un nuevo giro cuando Amazon abrió su plataforma a todo tipo de vendedores, lo que le permitió captar enormes cantidades de datos sobre las mercancías de la competencia y adaptar sus políticas de precios a las de los vendedores que utilizan su plataforma.

Posteriormente, Amazon comenzó a ofrecer sus propias mercancías, que competían directamente con los vendedores que utilizaban su plataforma.

Luego Amazon invirtió gradualmente en su propia logística. De ser el mayor cliente de grupos de mensajería como Fedex o UPS, se convirtió en un competidor potencial.

No hay nada nuevo ni original en la tesis de Khan, aunque el monopolismo moderno no se basa sólo en el dumping, sino en el acceso a las grandes bases de datos (consumidores, vendedores, proveedores). Las empresas más grandes reducen los precios para limitar la competencia y controlar un número cada vez mayor de áreas de negocio.

Como las redes sociales deben ser un servicio público, deben ser reguladas, es decir, hay que redactar una legislacion sobre los monopolios tecnológicos, lo mismo que con el agua, la electricidad o las telecomunicaciones.

Luego llegará el siguiente paso: la creación de nuevos modelos de negocio, de empresas de tecnología “responsable”, que serán algo parecido a la “banca ética” y otras de “economía social” que representan al nuevo capitalismo de rostro humano, limpio, sostenible y no binario.

(1) https://www.morningstar.fr/fr/news/215874/gafa–une-r
(2) https://www.yalelawjournal.org/pdf/e.710.Khan.805_zuvfyyeh.pdf

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